Como una infidelidad, conllevo a otra, y con esto... llegar a la obsesión!...

sábado, 28 de abril de 2012

Capitulo 6



Esperé a acabar de comer y lavar los platos antes de levantar el auricular y pulsar el código del contestador. El corazón se me encogió al escuchar la voz de Bill.

—(tu), soy yo. Sólo quería saber si estás bien. Llámame, por favor.

Borré el mensaje y colgué. La comida que acababa de ingerir se me revolvió en el estómago. ¿Acaso creía Bill que estaría lista para perdonarlo después de pasarme una noche llorando?

—No pienses en él —me dije a mí misma. De ninguna manera iba a devolverle la llamada.

Sin ser muy consciente de lo que hacía, entré en la habitación donde guardaba el caballete y los útiles de pintura. Era un pasatiempo que siempre me relajaba, pero que no practicaba desde hacía meses. Cada vez que me disponía a pintar algo,

Bill se quejaba del olor a óleo y me hacía desistir. Era la única razón por la que había dejado de interesarme la pintura… No porque no me gustara, sino porque no quería molestar a mi marido.

Pero Bill ya no estaba allí.

Me puse manos a la obra, y dos horas después había pintado un cuadro abstracto con enérgicas pinceladas de rojo y negro en el centro y bordes más apagados de tonos amarillos, pardos y anaranjados. Había usado una gran hoja de papel en vez de un lienzo, pero contemplé la pintura con una sonrisa de satisfacción, como si hubiera creado una obra maestra.

A pesar de que el papel estaba húmedo, lo llevé al salón y lo coloqué sobre la gran foto de boda que colgaba de la pared. Acto seguido, recogí todas las fotos enmarcadas que había de Bill y de mí y las guardé en un cajón.

Por desgracia, no era tan sencillo borrar el recuerdo de lo que había hecho.Alguien me estaba acariciando las pantorrillas.Abrí los ojos y me di la vuelta. La habitación estaba a oscuras y distinguí su forma a los pies de la cama. Pero aunque no podía verle el rostro, su tacto era tan familiar que no intenté apartarme. 

El colchón crujió bajo su peso. Subió las manos lentamente por mis piernas, provocándome una descarga eléctrica con las puntas de los dedos. Al roce añadió sus labios. Los apretó a la rodilla y siguió ascendiendo por el muslo. 

Las sensaciones que me invadían eran tan deliciosas que no se me ocurrió protestar.
Su boca y sus dedos llegaron al final de mis muslos. Me agarró las caderas y hundió la cara entre las piernas para empezar a lamerme. 

Aferré la colcha en mis puños y me arqueé hacia arriba. Un grito de placer subía por mi garganta, pero de repente dejé de sentir su boca y sus manos.

¿Se había marchado?

No, aún seguía allí. Y los sonidos de sus lametadas aún rompían el silencio de la habitación.
No sólo se oía su boca… También los gemidos de una mujer.

Y entonces los vi. Bill  y otra mujer, pegados a mí en la cama. Los pechos de la mujer se agitaban frenéticamente, su boca formaba una mueca de intenso placer y tenía las piernas sobre los hombros de Bill mientras él sorbía y chupaba de su sexo.

Le miré los pies y a pesar de la oscuridad vi el esmalte rojo de sus uñas. Le recorrí el cuerpo con la mirada, desde los pies arqueados hasta el contoneo de las caderas, el meneo de los pechos y la perfecta «O» que formaban sus labios.

La mujer abrió los ojos y me sonrió. Di un respingo en la cama y solté un grito, pero ella ya había desaparecido junto con Bill  y yo volvía a estar sola en la cama, a oscuras y con el corazón desbocado. Lo único que se oía en la habitación era mi respiración irregular. Me llevé la mano a la garganta, reseca. Tenía la piel ardiendo y estaba excitada.

Había estado soñando.

Me volví a tumbar e intenté calmar los acelerados latidos de mi corazón, pero el sueño había sido tan lúcido que no conseguía volver a dormirme. Las imágenes me acosaban sin piedad. Bill  dándole placer oral a otra mujer... Aunque sólo había sido un sueño, me volví loca preguntándome qué cosas le había hecho Bill  a su amante. Cómo la había tocado. Dónde la había besado. Qué sonidos había hecho ella al correrse. Qué sonidos había hecho él…
¿Habría sentido más placer con ella que conmigo? 

Tenía que saberlo. 

Tendida en la cama, me di cuenta de que me esperaban muchas noches como ésa. Las visiones de Bill  y de la otra mujer me torturarían sin tregua, como si lo estuviera presenciando en persona. Imaginarlo sería mucho peor que saber la verdad.

A la mañana siguiente me levanté muy temprano, me duché y me vestí rápidamente y fui en coche al hotel Pelican. 

Bill  no estaba allí. 

—¿Cómo que no está? —le pregunté a Seth, su asistente.

—Está con los abogados —respondió él, extrañado de que yo no lo supiera.

—¿Con los abogados?

—Sí… —confirmó, visiblemente incómodo.

—¿Qué abogados?

Seth no respondió.

—¿Qué abogados? —repetí.

—Creía que ya lo… —se calló un momento—. Será mejor que hables de esto con Bill.

—¿Hablar con él de qué? —le pregunté con temor. Al final iba a haber un problema más grave que la aventura de mi esposo. Pero ¿por qué Bill no me lo había contado?

Seth levantó las manos como única respuesta y rodeó el mostrador de recepción para hablar con una joven recepcionista.

Era rubia, como la mujer de mi sueño.

Me giré rápidamente y me encontré con Kathryn, otra bonita recepcionista de rasgos orientales y afroamericanos. Fui incapaz de devolverle la sonrisa que me ofreció. ¿Se la había follado Bill? Volví a darme la vuelta y vi a otra hermosa mujer, ataviada con el uniforme de camarera. ¿Cómo era posible que se dedicara a limpiar hoteles con un aspecto tan despampanante?

¿Sería otra amante de Bill?

Las dudas me estaban desquiciando. Salí al exterior y me apoyé en una columna para tomar aire. ¿Abogados? ¿Qué estaba pasando allí? ¿Y por qué Bill no me había dicho nada?

Saqué el móvil del bolso y lo llamé. Debía de tener el móvil apagado, porque saltó directamente el buzón de voz.
—Bill —dije después de la señal—, estoy en el hotel. He venido a verte, pero me han dicho que estás con unos abogados… ¿Podrías decirme qué está pasando?

El asunto parecía serio y no podía evitar preocuparme por él, a pesar de su infidelidad. Dos horas más tarde me llamó al móvil. 

—Hola, (tu) —me tranquilicé un poco al oír su voz. No parecía especialmente intranquilo.

—¿Qué ocurre? —le pregunté sin más preámbulos.

—¿Dónde estás?

—En casa.

—Bien, ¿puedo ir a verte?

—¿Qué está ocurriendo?

—Te lo contaré todo cuando te vea, si te parece bien.

—De acuerdo —volví a preocuparme. El hecho de que Andrew no quisiera hablar por teléfono sólo podía significar que el asunto era muy grave—. ¿Vas a venir ahora?

—Sí.

Colgué y me pasé los veinte minutos siguientes sentada en el sofá, acariciando a el gato e intentando contener la angustia. Tokio saltó al suelo en cuanto se abrió la puerta y yo me levanté cuando Bill entró en el salón.

Tenía muy mal aspecto, cansado y con manchas oscuras bajo los ojos.

—¿Bill?

Él dejó las llaves en la mesita y me miró.

—Hola.

—¿Por qué estabas con unos abogados? —Fui directamente al grano, incapaz de alargar más el suspense—. ¿Es que alguien va a demandar al hotel?

—Siéntate, por favor.

Obedecí y él se sentó a mi lado. Olí los restos de su colonia y una parte de mí deseó tocarlo. Ansiaba sentir sus labios en los míos. Pero su tacto ya no sería el de siempre. Bill  había corrompido lo que teníamos al acostarse con otra.

—Quiero que sepas que la única razón por la que no te he hablado de esto es… —hizo una pausa y se retorció las manos—. Después de contarte lo de mi aventura, pensé que lo mejor sería esperar un poco.

El estómago se me encogió al oír la palabra «aventura», pero conseguí sofocar las náuseas y concentrarme en el problema legal al que se enfrentaba Bill. Sé que muchas mujeres estarían encantadas de que a sus maridos infieles los atropellara un autobús o les diagnosticaran un cáncer terminal. Pero al parecer yo no me contaba entre ellas.

—No hay otra manera de decirlo —siguió Bill—. Alguien ha amenazado con denunciarme.

—¿Denunciarte? ¡Oh, cielos! —le agarré las manos sin pensar. Fue un acto reflejo, pero él no intentó apartarlas—. ¿Por qué?

Bill dudó, bajó la mirada y levantó los ojos hacia mí.

—Por acoso sexual.

Al principio no entendí, o no quise entender lo que estaba diciendo. Pero cuando finalmente asimilé las palabras retiré las manos como si me las hubiera quemado.

Una cosa era que Bill se acostara con una mujer a la que hubiese conocido en un bar, pero que lo hiciera con alguien del trabajo…

—Cerdo —fue lo único que se me ocurrió decir.

—Está mintiendo, (tu). Fue ella la que vino a mí.
Me levanté muy despacio.

—Maldito cerdo. ¿De qué estamos hablando… de millones de dólares? ¿Vamos a perder nuestra casa porque no pudiste tener las manos quietas?

—No fue así —protestó él—. En todo caso, debería ser yo quien la denunciara por acoso.
Respondí con un bufido.

Bill también se puso en pie.

—Está mintiendo.

—¿Y qué más da? Lo que importa es que no sólo pones en peligro nuestro matrimonio sino todo lo que tenemos. ¡Y todo por follarte a otra!

Durante un largo rato ninguno de los dos habló. Lo único que se oía eran nuestras respiraciones y los maullidos del gato.

—Así que trabajas con ella… —dije finalmente.

Bill asintió.

—¿Cuánto dinero te pide?

—Cinco millones de dólares.

—¿Me tomas el pelo?

—Quería que yo te dejara y me fuese con ella —explicó él rápidamente—. Yo le dije que ni hablar y que sería mejor que se buscara otro trabajo… Y fue entonces cuando empezó a decir que la había acosado.

Sacudí la cabeza con asco.

—Vamos a perderlo todo.

—Todavía no me ha denunciado. Sólo ha amenazado con hacerlo.

—Si no me abandonas —dije yo. Era una afirmación, no una pregunta.

—Eso me temo —admitió él—. Tiene una mente retorcida y quién sabe de lo que es capaz.
Me aparté de él y me replanteé lo que sentiría si lo atropellase un autobús. Mi cabeza era un torbellino de dudas. Me acerqué a la ventana que daba al jardín trasero, donde dos años antes habíamos instalado un cenador y un jacuzzi que apenas usábamos. Teníamos todo lo que podríamos necesitar para pasar noches románticas y fines de semana de ensueño, y sin embargo habíamos dejado que la relación se marchitara.

—Tal vez… —dije, volviéndome hacia él—. Tal vez deberías irte con ella.

—¡No! —Exclamó Bill—. ¡Yo no la quiero!

—Así impedirás que pueda denunciarte.

Bill se acercó a mí y me puso las manos en los hombros. Yo no intenté moverme.

—Yo no la quiero —repitió—. Lo he jodido todo y he aprendido la lección de la forma más dura posible, pero voy a hacer esto bien.

No dije nada.

—Creo que sé cómo solucionarlo. Tengo buenos abogados.

Continué en silencio.

—Di algo, (tu). Por favor.

—¿Qué quieres de mí?

—Quiero que me perdones. Ya sé que no será hoy ni mañana, pero quiero saber si podremos volver a estar como antes.

—No sé si será posible.

Bill asintió con gesto grave y retiró las manos de mis hombros.

—Espero que ella mereciera la pena —dije en voz baja.
Pasé junto a él y fui a la cocina. Abrí un armario y saqué la primera taza que vi, que resultó ser la que tenía estampada una foto nuestra. Antes de dejarla en la encimera Bill me la quitó de las manos.

—Tu perdón es lo que más deseo en el mundo —me dijo—. Sé que estás furiosa conmigo, y tienes todo el derecho a estarlo. Pero estos días que he pasado sin ti han sido los peores de toda mi vida. Te sigo queriendo, (tu), y haré lo que haga falta para no perderte. Si eso significa estar separados unos meses que así sea, pero necesito saber si hay alguna esperanza a la que aferrarme. Y si quieres tener una aventura para igualar la balanza, adelante. Hazlo y luego vuelve conmigo para que sigamos juntos.

—¿Ahora quieres que me tire a otro hombre? — le pregunté, sin dar crédito a mis oídos.

—¡No! Claro que no. Pero te he hecho daño, y puede que en una situación así tengas que pagarme con la misma moneda.

—Tienes que irte.

—No quiero irme. Así no.

—¡Ahora!

Bill me miró fijamente, pero mi expresión era inflexible. Dejó escapar un suspiro de frustración y salió de la cocina en dirección a la puerta, agarrando las llaves que había dejado en la mesita.

En cuanto oí cerrarse la puerta agarré la taza y la estrellé contra el frigorífico, rompiéndola en mil pedazos. 


Saludos chicas, espero se encuentren bien, este cap va un poquitin mas largo (creo), ya que pues, creo que no podre subir al menos por una semana o dos, la uni me tiene muy ocupada, mas una personita que no me deja consentrarme y escribir xD bueno espero les guste, y.. ya pronto sabran como (tu)  conoce a tom! gracias por leer, os quiero! nos leemos pronto! ;D

1 comentario:

  1. Encima lo denuncia por acoso..!!
    Sii ya kiero saber como conoce a Tom.
    Me encanta la fic..
    Siguela pronto.. Kien te estara desconcentrando ?? hahaha
    bye cuidate XD

    ResponderEliminar