Esperé
a acabar de comer y lavar los platos antes de levantar el auricular y pulsar el
código del contestador. El corazón se me encogió al escuchar la voz de Bill.
—(tu),
soy yo. Sólo quería saber si estás bien. Llámame, por favor.
Borré
el mensaje y colgué. La comida que acababa de ingerir se me revolvió en el estómago. ¿Acaso creía Bill que
estaría lista para perdonarlo después de pasarme una noche llorando?
—No pienses en
él —me dije a mí misma. De ninguna manera iba a devolverle la llamada.
Sin ser muy
consciente de lo que hacía, entré en la habitación donde guardaba el caballete
y los útiles de pintura. Era un pasatiempo que siempre me relajaba, pero que no
practicaba desde hacía meses. Cada vez que me disponía a pintar algo,
Bill se quejaba
del olor a óleo y me hacía desistir. Era la única razón por la que había dejado
de interesarme la pintura… No porque no me gustara, sino porque no quería
molestar a mi marido.
Pero Bill ya no
estaba allí.
Me puse manos a
la obra, y dos horas después había pintado un cuadro abstracto con enérgicas
pinceladas de rojo y negro en el centro y bordes más apagados de tonos
amarillos, pardos y anaranjados. Había usado una gran hoja de papel en vez de
un lienzo, pero contemplé la pintura con una sonrisa de satisfacción, como si
hubiera creado una obra maestra.
A pesar de que
el papel estaba húmedo, lo llevé al salón y lo coloqué sobre la gran foto de
boda que colgaba de la pared. Acto seguido, recogí todas las fotos enmarcadas
que había de Bill y de mí y las guardé en un cajón.
Por desgracia, no era tan sencillo borrar el
recuerdo de lo que había hecho.Alguien me
estaba acariciando las pantorrillas.Abrí los ojos y
me di la vuelta. La habitación estaba a oscuras y distinguí su forma a los pies
de la cama. Pero aunque no podía verle el rostro, su tacto era tan familiar que
no intenté apartarme.
El colchón
crujió bajo su peso. Subió las manos lentamente por mis piernas, provocándome una
descarga eléctrica con las puntas de los dedos. Al roce añadió sus labios. Los
apretó a la rodilla y siguió ascendiendo por el muslo.
Las sensaciones
que me invadían eran tan deliciosas que no se me ocurrió protestar.
Su boca y sus
dedos llegaron al final de mis muslos. Me agarró las caderas y hundió la cara
entre las piernas para empezar a lamerme.
Aferré la
colcha en mis puños y me arqueé hacia arriba. Un grito de placer subía por mi
garganta, pero de repente dejé de sentir su boca y sus manos.
¿Se había
marchado?
No, aún seguía
allí. Y los sonidos de sus lametadas aún rompían el silencio de la habitación.
No sólo se oía
su boca… También los gemidos de una mujer.
Y entonces los
vi. Bill y otra mujer, pegados a mí en
la cama. Los pechos de la mujer se agitaban frenéticamente, su boca formaba una
mueca de intenso placer y tenía las piernas sobre los hombros de Bill mientras
él sorbía y chupaba de su sexo.
Le miré los
pies y a pesar de la oscuridad vi el esmalte rojo de sus uñas. Le recorrí el cuerpo
con la mirada, desde los pies arqueados hasta el contoneo de las caderas, el
meneo de los pechos y la perfecta «O» que formaban sus labios.
La mujer abrió
los ojos y me sonrió. Di un respingo en la cama y solté un grito, pero ella ya
había desaparecido junto con Bill y yo
volvía a estar sola en la cama, a oscuras y con el corazón desbocado. Lo único
que se oía en la habitación era mi respiración irregular. Me llevé la mano a la
garganta, reseca. Tenía la piel ardiendo y estaba excitada.
Había estado
soñando.
Me volví a
tumbar e intenté calmar los acelerados latidos de mi corazón, pero el sueño
había sido tan lúcido que no conseguía volver a dormirme. Las imágenes me
acosaban sin piedad. Bill dándole placer
oral a otra mujer... Aunque sólo había sido un sueño, me volví loca
preguntándome qué cosas le había hecho Bill a su amante. Cómo la había tocado. Dónde la
había besado. Qué sonidos había hecho ella al correrse. Qué sonidos había hecho él…
¿Habría sentido
más placer con ella que conmigo?
Tenía que
saberlo.
Tendida en la
cama, me di cuenta de que me esperaban muchas noches como ésa. Las visiones de Bill
y de la otra mujer me torturarían sin
tregua, como si lo estuviera presenciando en persona. Imaginarlo
sería mucho peor que saber la verdad.
A la mañana
siguiente me levanté muy temprano, me duché y me vestí rápidamente y fui en
coche al hotel Pelican.
Bill no estaba allí.
—¿Cómo que no
está? —le pregunté a Seth, su asistente.
—Está con los
abogados —respondió él, extrañado de que yo no lo supiera.
—¿Con los
abogados?
—Sí… —confirmó,
visiblemente incómodo.
—¿Qué abogados?
Seth no
respondió.
—¿Qué abogados?
—repetí.
—Creía que ya
lo… —se calló un momento—. Será mejor que hables de esto con Bill.
—¿Hablar con él
de qué? —le pregunté con temor. Al final iba a haber un problema más grave que
la aventura de mi esposo. Pero ¿por qué Bill no me lo había contado?
Seth levantó
las manos como única respuesta y rodeó el mostrador de recepción para hablar
con una joven recepcionista.
Era rubia, como
la mujer de mi sueño.
Me giré
rápidamente y me encontré con Kathryn, otra bonita recepcionista de rasgos
orientales y afroamericanos. Fui incapaz de devolverle la sonrisa que me
ofreció. ¿Se la había
follado Bill? Volví a darme
la vuelta y vi a otra hermosa mujer, ataviada con el uniforme de camarera.
¿Cómo era posible que se dedicara a limpiar hoteles con un aspecto tan
despampanante?
¿Sería otra
amante de Bill?
Las dudas me
estaban desquiciando. Salí al exterior y me apoyé en una columna para tomar
aire. ¿Abogados? ¿Qué estaba pasando allí? ¿Y por qué Bill no me había dicho
nada?
Saqué el móvil
del bolso y lo llamé. Debía de tener el móvil apagado, porque saltó
directamente el buzón de voz.
—Bill —dije después de la señal—, estoy en el hotel. He
venido a verte, pero me han dicho que estás con unos abogados… ¿Podrías decirme
qué está pasando?
El asunto
parecía serio y no podía evitar preocuparme por él, a pesar de su infidelidad. Dos horas más
tarde me llamó al móvil.
—Hola, (tu) —me
tranquilicé un poco al oír su voz. No parecía especialmente intranquilo.
—¿Qué ocurre?
—le pregunté sin más preámbulos.
—¿Dónde estás?
—En casa.
—Bien, ¿puedo
ir a verte?
—¿Qué está
ocurriendo?
—Te lo contaré
todo cuando te vea, si te parece bien.
—De acuerdo
—volví a preocuparme. El hecho de que Andrew no quisiera hablar por teléfono
sólo podía significar que el asunto era muy grave—. ¿Vas a venir ahora?
—Sí.
Colgué y me
pasé los veinte minutos siguientes sentada en el sofá, acariciando a el gato e
intentando contener la angustia. Tokio saltó al suelo en cuanto se abrió la
puerta y yo me levanté cuando Bill entró en el salón.
Tenía muy mal
aspecto, cansado y con manchas oscuras bajo los ojos.
—¿Bill?
Él dejó las
llaves en la mesita y me miró.
—Hola.
—¿Por qué
estabas con unos abogados? —Fui directamente al grano, incapaz de alargar más
el suspense—. ¿Es que alguien va a demandar al hotel?
—Siéntate, por
favor.
Obedecí y él se
sentó a mi lado. Olí los restos de su colonia y una parte de mí deseó tocarlo.
Ansiaba sentir sus labios en los míos. Pero su tacto ya no sería el de siempre.
Bill había corrompido lo que teníamos al
acostarse con otra.
—Quiero que
sepas que la única razón por la que no te he hablado de esto es… —hizo una
pausa y se retorció las manos—. Después de contarte lo de mi aventura, pensé
que lo mejor sería esperar un poco.
El estómago se
me encogió al oír la palabra «aventura», pero conseguí sofocar las náuseas y
concentrarme en el problema legal al que se enfrentaba Bill. Sé que muchas
mujeres estarían encantadas de que a sus maridos infieles los atropellara un
autobús o les diagnosticaran un cáncer terminal. Pero al parecer yo no me
contaba entre ellas.
—No hay otra
manera de decirlo —siguió Bill—. Alguien ha amenazado con denunciarme.
—¿Denunciarte?
¡Oh, cielos! —le agarré las manos sin pensar. Fue un acto reflejo, pero él no
intentó apartarlas—. ¿Por qué?
Bill dudó, bajó
la mirada y levantó los ojos hacia mí.
—Por acoso
sexual.
Al principio no
entendí, o no quise entender lo que estaba diciendo. Pero cuando finalmente
asimilé las palabras retiré las manos como si me las hubiera quemado.
Una cosa era
que Bill se acostara con una mujer a la que hubiese conocido en un bar, pero
que lo hiciera con alguien del trabajo…
—Cerdo —fue lo
único que se me ocurrió decir.
—Está
mintiendo, (tu). Fue ella la que vino a mí.
Me levanté muy
despacio.
—Maldito cerdo.
¿De qué estamos hablando… de millones de dólares? ¿Vamos a perder nuestra casa
porque no pudiste tener las manos quietas?
—No fue así
—protestó él—. En todo caso, debería ser yo quien la denunciara por acoso.
Respondí con un
bufido.
Bill también se
puso en pie.
—Está
mintiendo.
—¿Y qué más da?
Lo que importa es que no sólo pones en peligro nuestro matrimonio sino todo lo
que tenemos. ¡Y todo por follarte a otra!
Durante un
largo rato ninguno de los dos habló. Lo único que se oía eran nuestras
respiraciones y los maullidos del gato.
—Así que
trabajas con ella… —dije finalmente.
Bill asintió.
—¿Cuánto dinero
te pide?
—Cinco millones
de dólares.
—¿Me tomas el
pelo?
—Quería que yo
te dejara y me fuese con ella —explicó él rápidamente—. Yo le dije que ni
hablar y que sería mejor que se buscara otro trabajo… Y fue entonces cuando empezó
a decir que la había acosado.
Sacudí la
cabeza con asco.
—Vamos a
perderlo todo.
—Todavía no me
ha denunciado. Sólo ha amenazado con hacerlo.
—Si no me
abandonas —dije yo. Era una afirmación, no una pregunta.
—Eso me temo
—admitió él—. Tiene una mente retorcida y quién sabe de lo que es capaz.
Me aparté de él
y me replanteé lo que sentiría si lo atropellase un autobús. Mi cabeza era un
torbellino de dudas. Me acerqué a la ventana que daba al jardín trasero, donde
dos años antes habíamos instalado un cenador y un jacuzzi que apenas usábamos.
Teníamos todo lo que podríamos necesitar para pasar noches románticas y fines
de semana de ensueño, y sin embargo habíamos dejado que la relación se
marchitara.
—Tal vez…
—dije, volviéndome hacia él—. Tal vez deberías irte con ella.
—¡No! —Exclamó Bill—.
¡Yo no la quiero!
—Así impedirás
que pueda denunciarte.
Bill se acercó
a mí y me puso las manos en los hombros. Yo no intenté moverme.
—Yo no la
quiero —repitió—. Lo he jodido todo y he aprendido la lección de la forma más
dura posible, pero voy a hacer esto bien.
No dije nada.
—Creo que sé
cómo solucionarlo. Tengo buenos abogados.
Continué en
silencio.
—Di algo, (tu).
Por favor.
—¿Qué quieres
de mí?
—Quiero que me
perdones. Ya sé que no será hoy ni mañana, pero quiero saber si podremos volver
a estar como antes.
—No sé si será
posible.
Bill asintió
con gesto grave y retiró las manos de mis hombros.
—Espero que
ella mereciera la pena —dije en voz baja.
Pasé junto a él
y fui a la cocina. Abrí un armario y saqué la primera taza que vi, que resultó
ser la que tenía estampada una foto nuestra. Antes de dejarla en la encimera Bill
me la quitó de las manos.
—Tu perdón es
lo que más deseo en el mundo —me dijo—. Sé que estás furiosa conmigo, y tienes
todo el derecho a estarlo. Pero estos días que he pasado sin ti han sido los
peores de toda mi vida. Te sigo queriendo, (tu), y haré lo que haga falta para
no perderte. Si eso significa estar separados unos meses que así sea, pero
necesito saber si hay alguna esperanza a la que aferrarme. Y si quieres tener
una aventura para igualar la balanza, adelante. Hazlo y luego vuelve conmigo
para que sigamos juntos.
—¿Ahora quieres
que me tire a otro hombre? — le pregunté, sin dar crédito a mis oídos.
—¡No! Claro que
no. Pero te he hecho daño, y puede que en una situación así tengas que pagarme
con la misma moneda.
—Tienes que
irte.
—No quiero
irme. Así no.
—¡Ahora!
Bill me miró
fijamente, pero mi expresión era inflexible. Dejó escapar un suspiro de frustración
y salió de la cocina en dirección a la puerta, agarrando las llaves que había
dejado en la mesita.
En cuanto oí cerrarse la puerta agarré la
taza y la estrellé contra el frigorífico, rompiéndola en mil pedazos.
Saludos chicas, espero se encuentren bien, este cap va un poquitin mas largo (creo), ya que pues, creo que no podre subir al menos por una semana o dos, la uni me tiene muy ocupada, mas una personita que no me deja consentrarme y escribir xD bueno espero les guste, y.. ya pronto sabran como (tu) conoce a tom! gracias por leer, os quiero! nos leemos pronto! ;D
Encima lo denuncia por acoso..!!
ResponderEliminarSii ya kiero saber como conoce a Tom.
Me encanta la fic..
Siguela pronto.. Kien te estara desconcentrando ?? hahaha
bye cuidate XD