Como una infidelidad, conllevo a otra, y con esto... llegar a la obsesión!...

sábado, 25 de mayo de 2013

Capitulo 35



Me estaba tirando del cabello con tanta fuerza que perdí el equilibrio y caí al suelo. El vaso de Sprite se hizo añicos junto a mí.

Levanté la mirada y vi el rostro iracundo de Tom. Miré a Maria y la vi con los ojos abiertos como platos. Intentó ofrecerme la mano, pero Tom volvió a agarrarme del pelo y me levantó de un tirón.

Grité de dolor. Nadie podía oírme con la música, pero algunas personas se dieron cuenta de lo que estaba pasando.

—¡Suéltame, Tom!

Me agarró con más fuerza, haciéndome llorar. Entonces me soltó el cabello y me agarró del brazo.

—Nos vamos. Ahora.

Maria se interpuso entre los dos e intentó apartarlo de mí.

—¿Qué puñetas estás haciendo, Tom? (tu).  es una mujer adulta y puede hacer
lo que le dé la gana. Tú no eres su dueño.

Tom me soltó y yo jadeé con alivio, agradecida por el efecto disuasorio que habían tenido las palabras de Maria. Pero entonces él puso la mano en la cara de Maria y la empujó con tanta fuerza que la hizo caer al suelo.

—¡Basta! —grité, y golpeé a Tom en el pecho.

Él me agarró de la muñeca y me miró echando fuego por los ojos.

—¿Es eso lo que estás haciendo aquí? ¿Haciendo lo que te da la gana? ¿Tonteando con otros hombres? ¿Decidiendo a quién te llevas a casa igual que hiciste conmigo?

—¡Hemos terminado, Tom! ¡Déjame en paz!

—¿Y se puede saber qué haces bebiendo? —le dio una patada al vaso roto—. ¡Estás embarazada!

El vaso salió volando y golpeó a una mujer en el tobillo. La afectada se giró con cara de pocos amigos.

—Será mejor que te vayas, Tom —dijo Maria mientras se levantaba—. Porque ahora mismo voy a llamar a la policía.

Tom me miró con una sonrisa de suficiencia, como si supiera lo que me estaba preguntando: ¿cómo sabía él que había confirmado mi embarazo?

—¿Pensaste que te creí cuando me dijiste que no estabas embarazada? Sé que lo estás, hermosa. Y sé que tú también lo sabes.

En ese momento aparecieron dos gorilas, uno a cada lado de Tom.

—¿Algún problema? —preguntó uno de ellos.

—Sí —respondió Maria—. Este tío está molestando a mi amiga. La ha agarrado por el pelo como si fuera un cavernícola.

—Es mi novia —dijo Tom, sin apartar la mirada de mí—. ¡Está embarazada y se dedica a ligar por ahí como una maldita puta!

—Está bien, amigo —dijo uno de los gorilas. No era su trabajo mediar en peleas conyugales, tan sólo evitar que hubiera problemas en el local—. Ahora tienes que irte.

—Vamos, (tu). —me dijo Tom.

Los gorilas agarraron a Tom de los brazos.

—(tu)..

Tom no se movió y los gorilas empezaron a arrastrarlo hacia la puerta.

—¡(tu).! ¡Ven conmigo, (tu).!!

Yo me quedé donde estaba, presenciando la patética escena con lágrimas en los ojos. Tom no dejó de mirarme mientras luchaba contra los gorilas, y la expresión de su rostro reflejaba su ira y frustración.

—¡ (tu).! —gritó con todas sus fuerzas.

Los gorilas consiguieron sacarlo del local y sólo entonces volví a respirar.

—Maldito cerdo —masculló Maria.

—¿Cómo sabía que yo estaba aquí? —pregunté.

En vez de darme una respuesta que no tenía, Maria me abrazó y me mantuvo entre sus brazos mientras yo lloraba.

Al apartarme, me sequé los ojos e intenté recuperar el control de mis emociones.

—¿Cómo podía saber que estaba embarazada? ¿Cómo sabía dónde encontrarme? ¿Estará rebuscando en mi basura y siguiéndome a todas partes?

—Lo único que sé es que ese tío está loco y que es capaz de todo —sacudió la cabeza—. Tenemos que ir a denunciarlo a la policía.

—No —me pregunté qué estaría pensando la gente que me miraba, pero intenté no pensar en ello y me fijé únicamente en Maria—. No quiero enzarzarme en una lucha interminable con Tom. Si lo ignoro acabará dejándome en paz, ¿no?

—No lo sé —dijo Maria—. Parece que está obsesionado de veras.

Miré a mi alrededor. La gente seguía bailando, pero algunos me echaban miradas de reojo.

—Quiero salir de aquí.

—Ni hablar. No podemos salir ahora. ¿Y si Tom está esperando en el aparcamiento?

—¿Lo crees capaz?

—Como te he dicho, lo creo capaz de cualquier cosa.

—Tienes razón —suspiré—. Pero no quiero seguir aquí. Todo el mundo me mira.

—Si de verdad quieres marcharte, le pediré a los guardias de seguridad que nos acompañen a los coches.

—De acuerdo.                                                                                                                        

Fuimos hacia la puerta, donde estaban los dos gorilas que habían echado a Tom. Maria les explicó que necesitábamos su ayuda, por si acaso Tom estaba escondido en alguna parte, esperando a que yo apareciera.

—Sin problema.

El más alto y fuerte de los dos gorilas nos acompañó a los coches.

—¿Dónde has aparcado? —me preguntó Maria.

—Al final del aparcamiento.

—Mi coche está ahí —lo señaló—. Súbete y te llevaré al tuyo.

No se veía a Tom por ninguna parte, aunque había varios todoterrenos dorados en el aparcamiento.

—¿Todo bien? —nos preguntó el gorila cuando llegamos al Nissan Sentra de Maria.

—Eso parece —dijo ella—. No creo que vayamos a tener ningún problema.

 El gorila se marchó y Maria y yo nos subimos al vehículo.

Empecé a tranquilizarme cuando no vi ningún todoterreno como el de Tom junto a mi coche. Podía estar en cualquier parte, pero tenía el presentimiento de que ya se había marchado.

Gracias a Dios.

—¿Por qué no te subes a tu coche y me sigues hasta mi casa? —Me sugirió Maria—. No quiero que estés sola.

—De acuerdo. Me parece buena idea.

Salí del coche de Maria y eché a andar hacia el mío. Pero cuando estaba a pocos pasos me detuve en seco, horrorizada.

—¿Qué pasa? —me preguntó Maria.

—Mi coche… Tom me ha rajado las ruedas.





Chicas de nuevo acá con otro capítulo, Millones de gracias por sus comentarios como siempre me encanta leer lo que tengan para decirme! Esta semana fue una locura total! Y bueno así no lo lean me desahogare con ustedes, deje mi trabajo! Era una locura!! A parte de que hacer ambas cosas a la vez (trabajar y estudiar) se me estaba haciendo demasiada carga! Llegaba súper tarde a mi casa y no tenía tiempo de estudiar para los exámenes y hacer los trabajos, he de confesar que soy malísima trabajando en equipo, ya que todo lo quiero hacer yo por miedo a que alguien del equipo lo haga mal y saque una calificación baja! Lo sé soy una maniática, o tal vez una nerd como dicen mis “amigos” jaja  a parte de que mi ex supervisor y los jefes ahora se antojaron de colocar un “horario de baño”, es decir que si me daban ganas no podía ir si no estaba en el horario, a parte me he quedado ronca!!! Mi trabajo consistía en hablar por teléfono con clientes toooda la tarde y parte de la noche con aire acondicionado encendido en todo ese tiempo, así que imagínense como esta mi pobre garganta!  Y a pesar de eso querían que trabajara así! Después de que se dieron cuenta que si lo hacía terminaría hablando peor me enviaron a mi casa y antes de irme me dijeron que tenía que ir todo un día desde las 8 am a las 8 pm para cubrir ese día que no trabaje, pueden creerlo? EXPLOTACION!! Así que me fui a mi casa y no regresare más!! A ver si consigo otro empleo que me dé más tiempo para poder estudiar si no, pues solo estudiare! Y bueno el asunto es que me di el tiempo de escribir este capitulo que espero les guste! Estaré por acá así que tal vez conteste alguno de sus comentarios a cada una ya que pues, se está terminando los capítulos! igualmente estaré como siempre en twitter!  Una vez más gracias por sus comentarios, si leíste todo lo anterior también gracias jaja y bueno, Os quiero, y cuídense mucho!

sábado, 18 de mayo de 2013

Capitulo 34



Luego de leer la nota, aun seguia preguntandome, si Bill ¿seguiría pensando lo mismo si supiera que llevaba dentro al hijo de otro hombre?

—Creo que deberías llamarlo, (Tu) —me sugirió Maria—. Me equivoqué al intentar apartarte de Bill. Es verdad que cometió un grave error, pero no es como Keith. Te quiere, y es un buen hombre.

Reflexioné sobre aquellas palabras y me pregunté por qué Maria estaba tan convencida de la honestidad de Bill cuando lo había acusado de intentar algo con ella.

Un marido que intentara seducir a mis amigas no era el hombre que yo necesitaba. Pero ¿y si Maria hubiera malinterpretado las palabras y los gestos de Bill?

—Maria… Hace un mes no pensabas que Bill fuera un buen hombre.

—Lo sé, y puede que me equivocara.

—No quisiste decirme lo que te dijo Bill cuando intentó algo contigo. ¿Puedes contármelo 
ahora? Necesito saberlo.

Maria asintió y respiró hondo.

—¿Te acuerdas de la fiesta que organizó Bill en el jardín cuando cumpliste veintiséis?

—Sí.

—Bill me rodeó la cintura con un brazo y me dijo que era una mujer muy sexy, y que el hombre que me tuviera sería muy afortunado. Nunca había hecho algo así y… —se encogió de hombros.

Analicé cuidadosamente sus palabras.

—Eso fue justo después de que Keith te pidiera el divorcio.

—Sí.

—Y tú estabas por los suelos —seguí, recordándolo todo—. Le dije a Bill que te regalara un cumplido para subirte la moral.

—Oh, Dios mío… —murmuró Maria, cerrando los ojos.

—Le dije que te dijera algo para que te sintieras mejor.

Maria suspiró.

—Al principio pensé que lo había malinterpretado, pero después de lo de Keith…

—Después del desengaño que sufriste con Keith pensaste que todos los hombres eran iguales, incluido Bill.

Maria asintió. Su rostro era una mueca de angustia y remordimiento.

—¿Quién es ahora la imbécil?

Le apreté la mano.

—Me alegro de que me lo hayas contado. Bill me engañó con otra, sí, pero no intentó ligar contigo. Eso sí que no podría perdonárselo.

—Llámalo, (Tu) —me animó Maria—. Arregla las cosas con él.

—Estoy embarazada, Maria. ¿Cómo voy a llamarlo ahora?

El teléfono empezó a sonar de nuevo y un grito de frustración escapó de mi garganta.

Maria volvió a responder.

—Llama una vez más, Tom, y tendrás a la policía en tu puerta para que te ponga las esposas. ¡Deja a (Tu) en paz!

—Quizá debería limitarme a ignorarlo —dije después de que Maria hubiese colgado con más violencia de la necesaria. Enfadar a una persona inestable podía ser peligroso. Pero si lo ignoraba, tal vez se acabara cansando.

—No me gusta que te siga molestando —dijo Maria—. Y va a seguir haciéndolo.

—Supongo que tienes razón —de hecho, no lo suponía. Estaba convencida de que tenía razón.

—Vas a necesitar mi pistola —se la sacó del bolso y me la entregó—. No tengas miedo de usarla.

—No me gustan las armas, Maria.

—No voy a quedarme de brazos cruzados mientras otro hombre intenta hacerte daño. Quédate con la pistola y déjala en tu habitación, porque Tom esperará a que estés en la cama para aparecer.

—No sé…

Maria llevó la pistola al dormitorio y volvió menos de un minuto después.

—Está en el cajón de la mesita de noche. No tendrás que verla a menos que la necesites.
 Asentí.

—Está bien. Y ahora necesito que me hagas un favor.

—Lo que sea.

—Llévate a Onyx. No quiero que sufra ningún daño… como le pasó a Tokio.

Seguía negándome a creerlo, pero en el fondo sabía que era cierto. Tom lo había matado. Había desaparecido la noche que salí con Tom. La noche que Bill se presentó en casa para hablar conmigo. Tom debió de sufrir un ataque de celos al ver el coche de Bill y descargó su furia asesina contra mi gato.


El teléfono sonó otra vez. Maria y yo soltamos un gemido al mismo tiempo.


—Haré algo mejor —dijo Maria—. Me llevaré a Onyx y a ti también. Tom no sabe dónde vivo.


Durante los siguientes días, Onyx se quedó en casa de Maria y yo sólo iba a mi casa para recoger el correo y regar las macetas. Tenía que vaciar el buzón de voz del teléfono y del móvil, porque los continuos mensajes de Tom habían ocupado toda la memoria.

Decía que me que amaba y que quería casarse conmigo aunque no estuviera embarazada. Me prometía que me trataría bien, que jamás volvería a levantarme la mano y que iría a un psicólogo si así lo quería yo. Repetía las mismas cosas una y otra vez y se ofuscaba por mi cerrazón.

Estaba completamente loco.

Maria dejó de ver a Robert mientras yo estaba en su casa, pero cuando él la llamó al cabo de tres días la animé a que fuese a verlo. Al fin y al cabo, yo no era una niña pequeña que no pudiera quedarse sola.

Maria me hizo caso, y cuando aquella noche me vi sola en su casa, me invadió un profundo desaliento. Me sentía deprimida por culpa del embarazo y por tener que refugiarme en casa de mi amiga.

Decidí volver a mi casa y aferrarme a la esperanza de que encontraría a Tokio en la puerta.
El gato no estaba, pero sí tres sobres. Abrí uno de ellos, vi la palabra Hermosa y rompí las notas para tirarlas a la basura sin llegar a leerlas. Luego metí mi coche en el garaje para que 
 Tom no lo viera si se pasaba por allí.

Porque aquella noche iba a dormir en mi cama.

Como era de esperar, apenas pude pegar ojo en toda la noche. Cada vez que oía un ruido daba un brinco en la cama. Y en más de una ocasión me acerqué a la ventana para mirar al exterior.

Afortunadamente, en ningún momento vi el menor rastro de Tom.

A la mañana siguiente Maria me llamó al móvil.

—¿Qué ha pasado? Me llevé un susto de muerte al volver a casa y no encontrarte.

—Sólo quería venir a casa. No puedo esconderme en tu casa para siempre.

—No confío en Tom, Si tienes que quedarte aquí los próximos cinco meses, que así sea.

—Estoy tratando de pasar desapercibida. He metido mi coche en el garaje para que Tom no sepa que estoy aquí.

—Ah, muy bien.

—Además, no quiero entrometerme en tu vida.

—Por amor de Dios… Eres mi mejor amiga, (tu). Para mí es como si fueras mi
 hermana. Mantenerte a salvo no es una intromisión en mi vida.

—Estoy bien —le dije—. Voy a pintar y a dedicar mi tiempo y mis energías en algo positivo.
Intenté olvidarme de mis problemas a través de la pintura, pero no lo conseguí. ¿Cómo olvidar que estaba embarazada? ¿Cómo olvidar que Tom me estaba acosando?

Por la tarde estaba tan desesperada que volví a llamar a Maria. Necesitaba hablar con alguien.

—No sé qué voy a hacer… ¡Estoy embarazada!

—Está bien —dijo Maria—. Ya es suficiente. Esta noche no vas a pensar en Tom ni en Bill ni en el embarazo. No importa si el niño es de Tom o de Bill. Es tuyo, y no hay nada malo en criarlo sola.

La emoción casi me impedía articular las palabras.

—No puedo creer que esté embarazada —sonaba como un disco rayado, pero no podía evitarlo—. Justo ahora precisamente, cuando Bill quiere solucionar nuestro matrimonio. Y…

—¿No te acabo de decir que esta noche se acabaron las preocupaciones?

—Sí, pero…

—Nada de «peros». Tendrás que tomar una decisión, pero no será esta noche. Y, decidas lo que decidas, ni se te ocurra mantener una relación que no te satisfaga. Porque un hijo no ayudará a resolver los problemas con tu pareja.

Maria tenía razón. No iba a decidir nada aquella noche. Y tampoco quería seguir pensando en mi situación, porque me estaba volviendo loca.

—¿Qué propones para esta noche? —le pregunté.

—¿Qué te parece si vamos al club Ilusionas, en Internacional Drive? Te sentará bien mover el esqueleto. Ten en cuenta que dentro de poco empezarás a ganar kilos…

Sonreí.

—Gracias por tus ánimos, Maria —le dije en tono irónico.

—Sólo te estoy diciendo lo que te espera —por su tono de voz también ella estaba sonriendo—. ¿Estás lista para mover el trasero y quemar unas cuantas calorías?

No tuvo que seguir convenciéndome. Una noche de baile era justamente lo que necesitaba.

—¿A qué hora?

Maria y yo quedamos a las diez. Lo bastante temprano para evitar el gentío de medianoche pero no tanto como para que el lugar estuviese desierto.

Todo el mundo estaba bailando, gracias a la animada música que invitaba a divertirse y a olvidarse de los problemas. Maria y yo nos soltamos la melena en la
pista de baile, moviéndonos como hacíamos en la universidad sin parar de reír.

Era justo lo que necesitaba.

—¿Lista para una copa? —Me preguntó Maria cuando la música bajó de ritmo—. Sin alcohol, por supuesto.

—Por supuesto —respondí, abanicándome con la mano—. Hacía años que no bailaba tanto.

—Te prometí diversión y he cumplido, ¿o no?

—Desde luego.

Fuimos a la barra, donde Maria se pidió un margarita y yo un Sprite.

Me fijé en que varios hombres me miraban, pero a ninguno le sostuve la mirada. De esa forma nadie se podía creer que estuviese interesada, y por tanto, me dejaban en paz.

—¡Oh, Dios mío! —Exclamó Maria cuando empezó a sonar una animada canción—. ¡Heavy D! —dejó la copa en la barra y tiró de mí—. ¡Tengo que bailar esta canción!

La acompañé riendo a la pista de baile, donde empezó a mover las caderas y agitar los brazos en el aire. Yo me limité a mover la cabeza al ritmo de la música mientras me tomaba el Sprite.

Estaba disfrutando del momento cuando, de repente, sentí unas manos en mi cabello. Antes de que mi cerebro pudiera asimilar lo que estaba pasando, tiraron de mí hacia atrás.

Me quedé tan aterrorizada que ni siquiera pude gritar.

—¿Qué coño crees que estás haciendo (tu).?

La voz de Tom en mi oído me provocó un escalofrío por todo el cuerpo. 

¿Qué hacía él allí?.....









Chicas! lo prometido es deuda acá esta el capitulo! después de solo unas horitas de descanso actualizo, ni se imaginan lo cansada que estoy ya que trabajo y estudio, lo sé es un asco crecer y hacerse adulto, pero después de leer esos maravillosos 7 comentarios era lo menos que podía hacer jaja! millones de gracia, saben que me encanta leer sus comentarios y lo que tengan por decirme!  me alagan, considero que escribo, normal no soy la quinta maravilla pero me gusta lo que hago, leo que varias entienden por lo que paso porque varias también están en la uni, ánimos! cuando estén a mitad de sus carreras no querrán que su periodo universitario termine nunca jaja! y sobre tomar en cuanta a varias jaja tendría que pensarlo, tal vez después de que me dé un respiro al terminar esta historia cree otra con todas vosotras!! Gracias a la chica que no había comentado pero si me leía por darse el tiempo de comentar esta vez jaja tus comentarios son siempre bienvenidos! Andie espero ser una de las primeras personas en leerte cuando estés en proceso de crear algo tuyo! y Vanessa Claro que te recuerdo!! Nunca olvido a las chicas que me apoyaron desde que comencé a escribir, sobre todo a chicas como tú que se tomaban el tiempo de leerme y comentar en Orgasmo Sangriento, mi proyecto "bebe" jaja Muchas gracias, de verdad aprecio que aun te siga gustando lo que hago! Bueno ahora sí, espero recibir a mi teléfono las notificaciones de sus comentarios que tanto me motivan en mis días de estudio y trabajo jaja! nos leemos el próximo sábado que tengan una excelente semana Os quiero! cuídense mucho….