Como una infidelidad, conllevo a otra, y con esto... llegar a la obsesión!...

sábado, 27 de abril de 2013

Capitulo 31



Me quedé tendida en la cama de Tom e intenté imaginar cómo sería una vida con él y un bebé. ¿Se angustiaría si llegara a casa del trabajo y no me encontrara porque yo había ido a comprar con el bebé? ¿Me llamaría varias veces al día para tenerme vigilada?

Sí, estaba convencida de que lo haría.

La certeza me ayudó a tomar una decisión inmediata. No podía seguir con Tom, ni un segundo más. Tenía que acabar la relación. Cortar por lo sano.

Sentía la necesidad de salir de allí lo más rápido que pudiera. Me levanté y vestí a toda prisa, pero antes de marcharme decidí escribirle una nota.

Era lo mismo que había hecho su ex novia para romper con él. Y al fin podía entenderla. Sería imposible mantener aquella conversación con Tom cara a cara. Sobre todo ahora que él creía que yo estaba embarazada.

Tom jamás me dejaría marchar. Por eso no podía ni planteárselo.

Encontré un papel y un bolígrafo y empecé a escribir.



"Querido Tom:

Me sentía mejor y he decidido irme a casa. No quiero dejar sola a Onyx mucho tiempo.
Tom… sabes que te adoro, pero creo que es hora de dejarlo. Es lo mejor que podemos hacer, hasta que resuelva el asunto de mi matrimonio."

(Tu).....


Leí la nota con el ceño fruncido, sin saber si había elegido las palabras adecuadas.

No quería hacerle daño, pero tampoco quería darle falsas esperanzas.

Dejé la nota en un lugar visible y me fui a casa, confiando en que Tom aceptara mi decisión.

Ingenua de mí.


El móvil empezó a sonar antes de llegar a casa. El número de Tom aparecía en la pantalla luminosa.

¿Cómo sabía que ya no estaba en su casa? Aquel dato bastó para confirmarme que había 
hecho lo correcto al marcharme. Tom no me dejaba espacio ni para respirar.
Onyx me recibió al abrir la puerta. La levanté y le rocé el hocico con la nariz.

Tokio no estaba, pero había vuelto a dejarle más comida y agua en el porche. Tal vez se la había encontrado algún niño en la calle y se lo había llevado a casa, como sugería Tom. Tokio era un animal muy amistoso que siempre se estaba tumbando sobre el lomo para que le rascaran la barriga, igual que un perro.

Tenía que hacer carteles con su foto y pegarlos por todo el barrio. Si alguien se la había quedado pensando que era una gata callejera, seguramente la devolvería cuando supiera que Tokio tenía dueña.

Pero antes tenía que descansar, porque estaba agotada tanto física como emocionalmente.
Cuando desperté ya era más del mediodía, y aun así seguía estando grogui. Me obligué a levantarme de la cama y preparé café. Pensé en preparar unos huevos, pero sólo de pensarlo se me revolvió el estómago y opté por una tostada.

Con la taza en la mano, fui al ordenador y empecé a diseñar un cartel con la foto de Tokio. Cuando estuve satisfecha con el resultado, imprimí quince copias y volví a la cocina para llamar a Maria. Tal vez pudiera ayudarme a pegar los carteles, y con algo más.

—¿ Maria? —dije con voz vacilante cuando respondió al teléfono.

—(Tu) —una pausa—. Cuánto tiempo.

—Lo sé, lo sé.

—¿Cómo te va?

Tragué saliva.

—Me preguntaba si… aún eres mi mejor amiga.

—(Tu), sabes que siempre seré tu mejor amiga. Aunque me dejes de lado por culpa de un hombre.

—Lo siento mucho… —empecé a llorar.

 —Eh, no quería decir eso, (Tu).

—Pero es la verdad.

—Tal vez, pero no quería hacerte sentir mal. Además, yo también he estado ocupada.

—He roto con Tom —dije, yendo directamente al grano.

—¿En serio?

—Me estaba agobiando y pensé que… no sé. Hace unos días me agarró por el cuello y…

—¿¿Qué??

—No me hizo daño, pero en ese momento supe que se había acabado. Estaba loco de celos, creía que me seguía acostando con Bill y hasta me acusó de haberme inventado lo de mi violación.

—¿Por qué no me llamaste, cariño?

—Porque no quería que me dijeras «ya te lo dije».

—Oh, (Tu) —Maria expulsó una sonora exhalación—. Pase lo que pase, siempre puedes contar conmigo. ¿Me oyes?

—Sí. Tengo miedo, Maria. El otro día Tom me quitó las llaves para que no pudiera marcharme de su casa. Su comportamiento no es normal.

—Jesús…

—No sé si lo hace porque se siente inseguro, creyendo que voy a volver con Bill…

—Confía en lo que te dice tu instinto. Yo empecé a sospechar de él cuando vi que intentaba acapararte en todo momento. Y sigo pensando que fue él quien atacó a Teddy.

De repente me acordé de lo que Tom había dicho de su gata.

«Un día me arañó y la ahogué».

—¿(Tu)?

—Tom me dijo una vez que había ahogado a su gata. Luego aclaró que sólo bromeaba, pero… Tokio ha desaparecido —sofoqué un gemido. ¿Había imprimido los carteles para nada? ¿Había perdido a Tokio para siempre?—. Quizá me esté dejando llevar por las sospechas, pero… a Tom nunca le gustó que viniera a casa para darle de comer. ¿Crees que pudo hacerle algo para asegurarse de que me quedara siempre con él, sin ninguna distracción?

—Eso sólo podría hacerlo un psicópata —dijo Maria—. Pero ¿quién sabe?
Un torbellino de pensamientos contradictorios se arremolinaba en mi cabeza.

Tom era un hombre peligroso.

Mi reacción estaba siendo exagerada.

Tom tenía celos hasta de mi gato.

Mis conclusiones estaban siendo precipitadas.

Me puse a caminar por la cocina con el teléfono pegado a la oreja. Y fue entonces cuando vi el ramo de lilas en la mesita del salón.

—Espera un momento, Maria.

Dejé el auricular y fui al salón con un nudo en el estómago. El ramo era impresionante y tenía un pequeño sobre entre las flores.

Lo abrí y saqué la tarjeta.



"Estabas durmiendo tan plácidamente que no he querido despertarte. Espero que estas flores te alegren el día."

Bill.....


Sostuve la tarjeta contra mi corazón, desgarrada por las emociones internas. Amaba a mi esposo, pero una parte de mí seguía odiándolo por lo que me había hecho.









Saludos chicas! espero estén bien, MUCHISIMAS GRACIAS por sus comentarios, de verdad los agradezco mucho, los lei mientras estaba en descanso entre clases en la Uni y bueno, me motivaron a dejar un poquitito las tareas para escribirles, espero disfruten tanto el capitulo como yo escribiéndolo y leyendo sus comentarios, cada vez mas cerca del final de la historiaa!! jaja! bueno nos leemos pronto, espero estén mega bien! cuídense nos leemos pronto Os quiero!  

jueves, 18 de abril de 2013

Capitulo 30



Tom tenía que levantarse a las ocho, de modo que a la una y media dejamos el sexo y nos dormimos abrazados. Poco después de las seis, sin embargo, me desperté con náuseas y fui a vomitar al baño.

Tom entró detrás de mí y me frotó la espalda mientras yo vaciaba el estómago en el retrete. Cuando se me aliviaron las náuseas me levanté y me mojé la cara en el lavabo.

—Debo de haber pillado algo… Espero que tú no te hayas contagiado.

—A lo mejor estás embarazada —dijo él.

—¡No digas eso! —exclamé.

—¿Por qué te horroriza tanto la idea? —parecía esperanzado—. ¿No te gustaría tener un hijo mío?

—No puedo quedarme embarazada ahora Tom. Dentro de poco empezarán las clases, y… recuerda que sigo estando casada.

Una sombra amenazadora cubrió el rostro de Tom.

—¿Te preocupa cómo afectaría esto a tu divorcio… o a tu marido?

No me gustaba su tono ni su lenguaje corporal, y me pregunté a mí misma por qué había ido a verlo después de haber decidido poner distancia entre ambos. ¿Cómo podía sentirme tan cómoda en sus brazos y horas después tener miedo de él?

—Creo que algo debió de sentarme mal, eso es todo. Llevo varios días un poco indispuesta 
—no tenía fiebre, pero las náuseas me invadían al oler determinados alimentos, como los huevos, el pollo o los espárragos.

Oh, Dios… ¿Y si estaba realmente embarazada?

¿Cómo había podido ser tan estúpida? Había dejado que Tom me follara sin condón en un par de ocasiones, por lo menos.

—Ven aquí, hermosa —me rodeó la cintura con un brazo y yo dejé que me abrazara y me acariciase el pelo.

Solté un chillido cuando me apretó un pecho.

—Tus pechos están más sensibles de lo normal —dijo, sonriendo—. Y han crecido de tamaño. Sí, hermosa… creo que llevas a mi hijo dentro.

Me besó en la mejilla y me llevó a la cama, donde me arropó sin dejar de sonreír. Parecía el hombre más feliz del mundo. Yo también le sonreí, pero por dentro me encogía de pavor.

«Por favor, Dios mío, no permitas que esté embarazada».

Implorar la bondad divina en esas circunstancias debía de ser una blasfemia, pero aun así lo hice. No quería quedarme embarazada de Tom

Él se acostó junto a mí y colocó su mano sobre mi vientre.

—Voy a cuidarte durante los próximos nueve meses.

Sentí que me ahogaba entre aquellas cuatro paredes.

—Quiero que te quedes aquí mientras yo estoy trabajando. Quiero que estés en casa cuando vuelva. Yo cuidaré de ti.

Sólo era un comentario… ¿O quizá una orden? Una vez más volví a sentir que Tom intentaba controlarme.

—Tengo que ir a casa a ver si ha vuelto Tokio.

—Olvídate del gato—dijo él con irritación—. Nunca la encontrarás.

Lo miré boquiabierta.

—Eso que has dicho es horrible.

—Seguramente se la haya quedado alguna buena familia que la encontró en la calle —volvió a suavizar el tono—. Seguro que está bien. ¿Cómo puedes preocuparte por un gato cuando vas a tener un bebé?

El estómago se me revolvió, y no supe si era por las náuseas o por el miedo.

—No sabemos si estoy embarazada.

Tom me besó en los labios y me frotó el vientre.

—Yo sí lo sé. Mi madre me dijo que mi padre fue el único que se dio cuenta de que estaba embarazada la primera vez. Y, hermosa, tú estás embarazada…

No sé cuándo me quedé dormida, pero al despertar eran más de las diez y Tom se había marchado.

Había soñado con sus palabras: «Quiero que estés en casa cuando vuelva».

Siempre quería tenerme cerca y no soportaba perderme de vista. No era algo normal, por mucho que me deseara. El amor que decía sentir por mí empezaba a agobiarme, y si me había quedado embarazada…

—¿Cómo he podido ser tan idiota? —pregunté en voz alta. La idea de estar embarazada me llenaba de angustia. Tanto, que ni siquiera quise considerar la posibilidad.

Pero no podía ignorar las evidencias. Mis pechos estaban efectivamente mucho más sensibles. ¿Estaría Tom en lo cierto? ¿Llevaba dentro un hijo suyo?

Un hijo me ataría a Tom definitivamente, y aquélla sí que era una posibilidad aterradora. Si ya me asfixiaba con su amor, ¿cómo sería con un hijo de por medio? Una cosa era el sexo salvaje, e incluso el amor desmedido que me profesara. Pero de ningún modo podía tolerar su afán por controlarme.   








Y aquí es donde la cosa se pone mejor!! jaja Saludos a todas, pues paso para adelantarles un poco la historia, cada vez se acerca más la etapa final! espero lo disfruten tanto como yo escribiendo, gracias por los comentarios, las que aun me leen, y las que me siguen en twitter, si quieren seguirme ese este @OtraFran, bueno no me queda mucho tiempo asi que me despido, espero esten bien y pronto vendré con otro capítulo, Os quiero, nos leemos pronto cuídense mucho!!! ...