No
tenía cuerpo para enfrentarme con Bill, pero en cuanto Maria se marchó llamé al
hotel y pedí que me pasaran con él enseguida.
—Un
momento, por favor —dijo la amable recepcionista que atendió la llamada.
Bill
tardó tanto en contestar que me pregunté si estaría ocupado en otras
actividades más placenteras que el trabajo.
—Bill
Trumper —respondió finalmente.
—¿Qué
estabas haciendo… follándote a tu puta en alguna habitación vacía? ¿O quizá en
el aseo de minusválidos? —odiaba ser tan infantil, pero no podía contenerme.
—Claro
que no… Estoy en el trabajo (tu).
—Ya
sé dónde estás. Acabo de marcar el número.
—No
puedes llamarme al trabajo para echarme una bronca. Estoy muy ocupado. Si
quieres, podemos vernos después para que me grites todo lo que quieras.
—¿Te
has acostado con mi amiga? —le pregunté sin más rodeos.
—¿Qué?
—Maria
me ha dicho que le tiraste los tejos.
—¿Qué?
—¿Te
acostaste con ella o no?
—No
sé lo que te habrá contado, pero…
—¿Eso
es un «sí» o un «no»?
—¡No!
Claro que no me he acostado con ella.
—Pero
sí le tiraste los tejos.
—No
—la voz pareció temblarle. O tal vez lo estuviera imaginando.
—Vaya,
así que es ella la que está mintiendo… No como el hombre que ya me ha engañado
follándose a otra.
—Por
Dios, (tu), ¿cuándo vas a abandonar ese lenguaje?
—¡Cuando
tú dejes de mentir!
—No
estoy mintiendo. Tuve una aventura con una mujer, sí, pero en mí vida he
intentado seducir a Maria y mucho menos me he acostado con ella —suspiró—. Si
tengo que repetírtelo un millón de veces lo haré. Lo siento, (tu). Y te sigo
queriendo.
—Que
te jodan —espeté, y colgué llena de rabia.
No
había pasado ni un minuto cuando el teléfono empezó a sonar. No me moleste en
contestar, pues estaba convencida de que sería Bill.
Me
pasé casi toda la tarde en el centro comercial, desahogando mi frustración en
las tiendas de ropa. Normalmente iba
de compras con Maria, pero en aquella ocasión necesitaba estar sola. En mi
estado de ánimo no sería una buena compañía para nadie. Ni siquiera para Tom, a
quien pensé en ir a visitar aprovechando que su casa no estaba lejos de allí.
Había
un momento para cada cosa, y esa tarde era para estar a solas con mis
pensamientos. No podía dejar de pensar en lo que Maria me había contado. ¿Cómo
habría intentado seducirla Bill? ¿Le habría susurrado palabras soeces al oído?
¿Le habría apretado el trasero? ¿La habría sorprendido en un cuarto de baño y
le habría sugerido que echaran un polvo rápido?
Ni
en mis fantasías más salvajes podía imaginarme a Bill pidiendo un polvo rápido.
Pero tampoco me lo habría imaginado nunca teniendo una aventura. Sí sabía, en
cambio, que podía ser un poco descarado cuando bebía más de la cuenta, lo cual
casi nunca hacía. Tal vez le hubiera dado una palmada juguetona en el trasero a
Maria y ella se lo había tomado en serio.
O
tal vez yo me estaba agarrando a un clavo ardiendo.
¿Cómo
podía estar segura de que Bill no era el tipo de hombre que perdía la cabeza
por las mujeres? Podría haberme tenido engañada todo ese tiempo, y como había
dicho Maria, haber confesado su infidelidad sólo porque su amante amenazaba con
denunciarlo.
El
estómago se me revolvió al pensar en esa posibilidad. Intenté sacármelo de la
cabeza y concentrarme en los vestidos, zapatos y gafas de sol. Compré un par de
sandalias, un sombrero de paja y un bañador nuevo en JC Penny. En Sears compré
un juego de toallas color melocotón y una carísima cafetera para hacer
capuccinos y expresos a la que ya le había echado el ojo con anterioridad. No
necesitaba nada de eso, pero las compras me ayudaron a matar el tiempo.
Dejé
las bolsas en el maletero de mi Honda Civic y fui a la librería Barnes &
Noble. Quería buscar alguna novela de terror que me ayudase a distraerme, pero
el primer libro que vi al entrar fue Cómo superar la separación. Giré la cabeza
y me encontré con Él no es para ti. Me di la vuelta y salí corriendo de la
librería.
Me
obligué a pensar en Tom, lo que no me resultó especialmente difícil. Aún tenía
demasiado vivo el recuerdo de sus caricias, de los gemidos inarticulados que
brotaban de su pecho mientras me lamía, de la inmediata conexión que se había
establecido entre nuestros cuerpos, como si no fuera la primera vez que lo
hacíamos.
Tenía
que volver a verlo. Necesitaba otra sesión de sexo salvaje.
No
me bastaba con quedar empatada con Bill.
Volví
al centro comercial y entré directamente en Victoria’s Secret, pero volví a
salir en cuanto vi la ropa interior que lucían los maniquíes.
No quería estar sexy. Quería algo más
atrevido, de modo que fui a Frederick’s of Hollywood y me compré la clase de
lencería que habría conmocionado a Andrew. Un sujetador transparente con borlas
sobre los pezones y un tanga con los mismos adornos.
Aquella
noche iría a casa de Tom sin nada más que una gabardina sobre la ropa interior.
Al
llegar a casa y soltar las bolsas en la cama, escuché los mensajes que tenía en
el teléfono. El primero era de Bill, quien tuvo la desfachatez de suspirar con
frustración antes de hablar.
—Sé
que estás ahí —una pausa—. Bueno, supongo que no vas a responder… Pero tienes
que creerme cuando te digo que no sé a lo que se refiere Maria. De verdad que
no lo sé. Ni siquiera me siento atraído por ella. Te quiero, (tu), Y no dejaré
de quererte por muy enfadada que estés conmigo. Recuérdalo, por favor.
El
siguiente mensaje era también de Bill.
—Necesito
hablar contigo, (tu). Llámame, por favor. Estaré en el hotel hasta las cinco.
Después puedes localizarme en el móvil.
A
continuación había un mensaje de Maria.
—Hola,
(tu). Sólo te llamo para saber cómo estás. Oye, olvida lo que te he contado de Bill.
Fue hace mucho tiempo y él estaba demasiado bebido como para saber lo que
hacía. Decidas lo que decidas, yo estaré a tu lado para apoyarte
incondicionalmente. Siento si no te lo ha parecido.
Maria
se equivocaba al pensar que estaba furiosa con ella. Decidí llamarla más tarde,
ya que en esos momentos no estaba de humor para hablar de nada que tuviera que
ver con Bill. Lo que hice fue probarme la lencería nueva y desfilar ante el
espejo de la cómoda. Me quedaba perfecta. Absolutamente perfecta.
¿Cómo
reaccionaría Tom si me viera en su puerta ataviada con el atrevido conjunto
bajo un abrigo abierto? Por primera vez desde la dolorosa confesión de Maria,
me eché a reír. Seguro que Tom murmuraría algo en Alemán, tiraría de mí para
meterme en casa y me desnudaría en menos de dos segundos.
No
había ninguna razón por la que tuviera que esperar hasta la noche.
No
había mejor momento que el presente…
Tenía
el abrigo adecuado. Era negro, de algodón, provisto de un cinturón y me llegaba
a la mitad del muslo. A pesar de ser más largo que las minifaldas y pantalones
cortos que lucían las jóvenes de Florida, tenía la sensación de que todo el
mundo que me viera sabría lo que
llevaba debajo.
Salí
de casa e intenté llegar al coche antes de que nadie pudiera verme, pero no lo
conseguí. El señor Warner, el anciano vecino que vivía al otro lado de la
calle, estaba en su puerta. Levantó la mano y me saludó animadamente. ¿Fue mi
imaginación o su sonrisa era más
radiante de lo habitual?
Le
devolví el saludo y me subí al coche. Yo vivía en Kissimmee, hogar de Mickey
Mouse, a veinte minutos en coche de Orlando. Al ver el complejo residencial a
la luz del día me fijé por primera vez en los hibiscos y el verdor de sus
frondosos jardines. La fuente de la entrada parecía más impresionante de noche,
al estar iluminada. Todo estaba tan limpio e impecable como el resto de
Florida.
Aparqué
delante del edificio número nueve y apagué el motor. Levanté la mirada hacia la
ventana del segundo piso, desde donde se dominaba el aparcamiento. Tal vez Tom
me hubiera oído llegar y se asomara.
No
fue así.
Esperé
hasta cerciorarme de que no había nadie cerca y entonces salí del coche y subí
a toda prisa los escalones. Tendría que modificar mi plan, porque a plena luz
del día no podía exhibirme en su puerta.
Llamé
con los nudillos y esperé.
Al
cabo de varios segundos volví a llamar.
Nada.
Fruncí
el ceño con decepción. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida? Ni siquiera me
había parado a pensar que tal vez no estuviera en casa.
Apenas
eran las cinco de la tarde. Lo más probable era que aún siguiera en el trabajo.
No
sé lo que esperaba, pero cuando me fui de su cama a las cuatro de la mañana no
se me había ocurrido que tuviera que madrugar para ir a trabajar.
Busqué
su coche en el aparcamiento, donde sólo había tres todoterrenos de color negro.
Pues
claro que no estaba en casa. Debía de estar comprando o algo.
O
en la cama de otra mujer.
Mientras
volvía a mi coche pensé en que, aparte del tamaño de su miembro y de lo
increíble que era en la cama, no sabía absolutamente nada de Tom. No sabía cómo
se ganaba la vida, si se hacía la comida él solo o si tenía hermanos.
Era
un completo desconocido a quien yo le había entregado mi cuerpo sin ninguna
inhibición.
Como
debía ser. Al fin y al cabo no era mi intención entablar una relación personal
con él. Lo único que Tom y yo podíamos compartir era sexo.
Estaba
a dos pasos de mi coche cuando oí unas pisadas detrás de mí. Un joven de
veintipocos años estaba caminando por la acera, a unos diez metros de
distancia. Su mirada se posó directamente en mi torso, como si tuviera visión
de rayos X y pudiera ver lo que llevaba bajo el abrigo.
Abrí
la puerta y me apreté el abrigo al trasero antes de sentarme. No quería
revelar más partes de mi cuerpo de las
que ya quedaban a la vista.
Decidí
esperar a Tom, pues aún no me apetecía volver a casa. Pero al cabo de diez
largos minutos desistí de mi propósito. No sabía cuándo iba a regresar y no podía
quedarme toda la noche en el aparcamiento.
Saqué
un papel y un bolígrafo de la guantera y le escribí una nota. Si él quisiera,
que me llamase cuando llegara a casa.
Tom,
he venido a verte, pero no estabas.
Llámame
al 407-555-0987.
(Tu)
Volví
a su apartamento y deslicé la nota por debajo de la puerta.
—No me hagas esperar
—dije en voz baja.
Chicas espero estén bien, disculpen por "abandonar" un poco y no subir capi pero eh estado pues, digamos que trabajando y no eh tenido mucho tiempo, espero pronto traerles el siguiente capitulo, muchas gracias por los comentarios y espero disfruten el capi tanto como yo escribiéndolo, nos leemos pronto, os quiero!
Donde estara Tom? Kiero saber mas de el..
ResponderEliminarEsta hermosa la fuc. Sigyelaa
hoy si pude comentar por eso aprovecho si no lo hago en los demas capitulos lo hare en el chat okis.. Bye :-)