Como una infidelidad, conllevo a otra, y con esto... llegar a la obsesión!...

jueves, 9 de agosto de 2012

Capitulo 14


Por la mañana me sentía como si hubiera librado un combate de lucha libre seguido de una maratón, pero no podía dejar de sonreír. Todo el cuerpo me palpitaba, incluso en los lugares más insospechados, y estaba lleno de marcas y magulladuras. Tenía un moratón en el brazo izquierdo, otro en el brazo derecho y los pezones aún me escocían por los fervientes lametones y mordiscos de Tom.

Era un hombre increíble. Absolutamente increíble. Después de hacerlo en el sofá, nos fuimos a su cama y allí nos pasamos tres horas probando toda clase de posturas, todas ellas tan excitantes que no sabría elegir una favorita. Lo único que sabía era que quería volver a probarlas todas.

Miré el reloj de la mesilla y vi que eran las diez y veinte. ¿Cómo podía estar despierta habiendo consumido todas mis energías la noche anterior? Yo había vuelto a casa hasta las cuatro de la mañana, tan exhausta que debería haber estado en coma varios días.

Y sin embargo era incapaz de dormir.

Aparté las sábanas y me levanté de un salto, y al hacerlo me vino a la memoria el grito tan desinhibido que solté con mi segundo orgasmo. Me resultaba sorprendente que los vecinos de Tom no hubiesen llamado a la policía.

Ya me había duchado en su casa… y habíamos tenido sexo bajo el agua… de modo que fui directamente a la cocina. Necesitaba un café bien cargado. Y llamar a Maria inmediatamente.

—Hola, (tu) —respondió al segundo tono.

—¿Qué haces?

—El vago. Aún estoy en pijama, viendo Sexo en Nueva York.

Lo pensé mejor y decidí contarle en persona mi experiencia. Aún no me había habituado a estar sola en casa.

—Apaga el televisor y mueve el trasero hasta aquí —le ordené—. Tengo noticias jugosas que contarte.

—Oooh… Voy para allá.

Estaba acabando la segunda taza de café cuando sonó el timbre de la puerta. Maria había llegado en un tiempo récord.

—Eres una zorra —me dijo alegremente nada más verme—. Lo has hecho, ¿verdad?

Como única respuesta levanté la mano izquierda para mostrarle el brazalete.

Maria soltó un estridente chillido y la agarré del brazo para meterla en casa.

—¡Cuéntame todos los detalles! —Exigió mientras entrábamos en la cocina—. Pero
espera un momento… ¿Estás cojeando?

Apoyé las manos en la encimera y me giré para encararla.

—Me duele en tantos sitios que no sé si debería ir al hospital.

Maria volvió a chillar.

—¿Café? —le ofrecí—. Necesito tomarme unas cuantas tazas más.

—Creo que voy a necesitar algo más fuerte — bromeó ella—. ¿Le puedes echar un poco de Baileys?

—Claro, si quieres…

Maria negó con la cabeza.

—Prefiero tomarlo solo. ¡Empieza a hablar de una vez!

—Espera a que estemos sentadas.

Mi amiga tamborileó impacientemente con los dedos en la encimera mientras yo servía el café. Nos acomodamos en el sofá del salón y sólo entonces decidí acabar con su agonía.

—No sé por dónde empezar…

—Empieza por lo más fuerte —respondió ella al momento, pero enseguida sacudió la cabeza—. No, no soy tan depravada. Empieza por el principio.

—Creo que el principio es lo más fuerte —le dije, arqueando una ceja.

—¿Cómo? ¿Quieres decir que empezasteis a follar en cuanto te abrió la puerta?

—Más o menos.

Maria abrió los ojos como platos y esbozó una ancha sonrisa.

—No fue exactamente así. Nos saludamos, me ofreció una copa…

—Seguro que fue el caballero perfecto. ¿Cómo fue? ¿Cuánto duró? ¿Cuántas veces te corriste?

—Como ya te he dicho, me duele todo el cuerpo. Y en cuanto al número de veces… no sabría decirte. En serio, ese tío es una máquina. Como los conejitos Duracell. que duran, y duran…

—¡Y tú te corrías, y corrías…! —exclamó Maria con una carcajada, y se fijó en mi boca con los ojos entornados—. ¿Tienes los labios hinchados?

Me pasé lentamente el dedo por el labio inferior. Era una de las muchas partes que me escocían.

—No es lo único que tengo hinchado.

—Oh, cielos… Creo que voy a necesitar el Baileys, después de todo.

—¿En serio?

—Desde luego.

Fui a por la botella de Baileys y eché una generosa cantidad en las tazas del café.

—Estuvimos haciéndolo cinco horas —le dije al sentarme de nuevo—. Podríamos haber durado mucho más, pero le dije a Tom que tenía que descansar.

—Ya sé que no debería preguntártelo, pero… qué demonios, ¿cómo es Tom comparado con Bill?

—No hay comparación posible —respondí, quizá demasiado rápido—. No me malinterpretes. Bill sabe cómo darme placer. Pero el sexo con Tom es sencillamente brutal. Justo lo que necesitaba en una aventura.

—Algo me dice que tuviste eso y más.

No quise mencionar la otra diferencia fundamental entre Bill y Tom… Lo mucho que Tom había disfrutado con el sexo oral. Me daba vergüenza admitir que nunca había podido correrme de esa manera.

—¿Vas a volver a verlo?

Me encogí de hombros y tomé un sorbo de café con Baileys.

—No tengo su número. Ni él tiene el mío.

—¿Y no te has molestado en consultar la guía telefónica?

—No.

Maria me miró como si me hubiera vuelto loca.

—El número de un tío así lo tendría grabado en marcación rápida.

—Ya veremos.

—¿Cómo que ya veremos? Tus ojos dicen que te mueres por verlo otra vez. Si un tío me hubiera dado a mí tantos orgasmos, lo estaría llamando a todas horas.

—Un hombre así puede crear adicción —señalé—. Tú misma dijiste que la razón de que perdonaras a Keith tantas veces fue que el sexo con él era genial. Y al final te destrozó el corazón.

—Lo primero, Keith era mi marido. Me casé con él porque lo amaba, no sólo por el sexo. Lo segundo, tú no estás enamorada de Tom. Lo vuestro es sólo sexo, y eso hace que todo sea mucho más fácil.

—Puede ser. Pero no quiero intimar demasiado con él… Ya me entiendes.

—No, no te entiendo.

—Es por Bill.

—¿Por Bill?

—Ahora mismo estamos separados y no me siento preparada para volver con él. Pero quién sabe si dentro de un tiempo acabaremos arreglándolo. Por eso no quiero tener nada serio con otro hombre.

Maria resopló con desdén.

—Yo no me preocuparía por Bill si fuera tú.

—¿Por qué odias tanto a Bill de repente?

—Oh, quizá porque te puso los cuernos y porque puedes perderlo todo si su amiguita decide denunciarlo.

—Ya… —no necesitaba que Maria me arrojase la dolorosa verdad a la cara—.

Pero al menos tuvo la decencia de contármelo. No como Keith. -

Transcurrió un breve silencio.-

—¿De verdad crees que Bill te lo habría contado si esa zorra no hubiera amenazado con denunciarlo?

La observación de Maria me dejó tan desconcertada que no pude responderle.

—Ya sé que para ti es una situación similar a la que yo viví con Keith. Crees que no puedo superar el daño que me hizo y que de alguna manera lo estoy proyectando en Bill.

No dije nada.

—Pero no es así —afirmó Maria.

—¿Crees que para mí es fácil? —le pregunté—. No sé lo que debo hacer. Ya es bastante duro aceptar la traición de Bill y el amor que aún siento por él. Ahora más que nunca necesito tu amistad y tu apoyo por encima de todo. Si no puedes ser objetiva con Bill, mejor será que no hablemos de él, ¿de acuerdo?

De nuevo volvió a hacerse el silencio.

—Aquí estaba, reviviendo la noche tan increíble que he pasado con Tom… y ahora estoy otra vez por los suelos.

—Hay algo que no te he contado —dijo Maria rápidamente.

—¿Qué?

La miré a los ojos, pero ella evitó mi mirada. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. —¿De qué se trata, Maria? ¿Qué es lo que no me has contado?

—Quiero que te hagas una pregunta. ¿Crees que es la primera vez que Bill te engaña?

—¿Por qué me…? —la pregunta murió en mis labios, quedándome boquiabierta.

Maria me miró finalmente a los ojos y respiró hondo antes de hablar.

—Bill lo intentó conmigo una vez… Hará unos cinco años.

Sus palabras me traspasaron el pecho como un cuchillo de hielo.

—No.

—Sabes que yo jamás te traicionaría, así que no pienses que ocurrió algo. En su defensa hay que decir que estaba borracho, y que por eso preferí olvidar el incidente y no decirte nada.

—¿Lo intentó contigo? —mi voz era casi inaudible.

Maria asintió.

—Por eso me pregunto si ha sido ésta la primera vez.

Quería mostrarme fuerte ante la asombrosa revelación de Maria, pero los ojos se me llenaron de lágrimas.  

—¿Crees que me ha estado engañando todos estos años?

—No lo sé —respondió ella en tono suave—. No me parece que sea ese tipo de
hombre, pero… Oh, cariño —me apartó las lágrimas con ternura—. Quizá no tendría que haberte dicho nada. Fue hace mucho tiempo y no volvió a intentarlo. No sé por qué te lo he contado. Soy una bocazas…

—No… Me alegro de que lo hayas hecho —me levanté—. Y ojalá me lo hubieras contado antes. A lo mejor tienes razón y me estoy engañando a mí misma al pensar que Bill y yo podemos arreglar las cosas.

—Yo no he dicho eso…

Me obligué a bostezar.

—Estoy rendida. Creo que me voy a acostar otra vez.

Maria también se levantó.

—Te has enfadado conmigo, ¿verdad?

—No, nada de eso —la abracé para demostrárselo.

No estaba furiosa con ella. Lo estaba conmigo misma.

Por ser tan ingenua........ 



 Hey chicas, espero estén bien... y como siempre disculpen la tardanza! pero por fin eh salido de vacaciones de la uni, lo mas seguro es que comenzare a trabajar, pero al menos tendré mas tiempo pasa subir capitulo, muchas gracias por los comentarios! espero disfruten este capi tanto como yo escribiéndolo!  nos leemos pronto!



3 comentarios:

  1. O.o Bill ees todo un. Don Juan..
    Como se volveran a ver.. Me encanta la fic..
    Sii sube pronto. ;-) Bye

    ResponderEliminar
  2. Haces que derrepente odie a Bill jajaja xDDD sigue asi bitch, no me olvides.

    ResponderEliminar
  3. que osea que Bill no era la primera vez que me engañaba??? siento que estoy odiando a Bill.... sube otro xfa quiero saber que va a pasar entre Tom y yo....sube pronto cuidate chao..:)

    ResponderEliminar