A Tu Idioma
sábado, 28 de abril de 2012
Capitulo 6
sábado, 21 de abril de 2012
Capitulo 5
—Lo sé —yo había hecho lo mismo por ella—. Sé que será duro, porque aún quiero a Bill. Pero no puedo dejar que esto me destroce la vida.
martes, 10 de abril de 2012
Capitulo 4
Bill, el único hombre con el que habia estado desde mis diecinueve años, que en la universidad me habia cortejado con tacto y perseverancia hasta que fui incapaz de rechazarlo.
El hombre que me había regalado un anillo de plástico con un ramo de dientes de león y me había dicho que aunque no fuese una proposición de verdad algún día lo haría como era debido.
Si había alguien en mi vida en quien podía confiar ciegamente, alguien de quien nunca hubiera creído una traición semejante, ése era Bill.
¿Por qué, por qué, por qué?, me preguntaba con los ojos llenos de lágrimas. ¿Por qué me hacía eso? ¿Por qué a mí? ¿Por qué él?
Nunca le había dado la espalda en la cama ni había alegado estar muy cansada para hacer el amor. Todo lo contrario. Era yo quien siempre tenía más ganas que él. Bill había perdido la fogosidad de los primeros años, pero tampoco había sido nunca muy pasional. No era la clase de hombre que buscara sexo en otra parte teniendo a una esposa lista en todo momento para complacerlo.
Lo que a Bill le importaba, o al menos eso me había dicho siempre, era el compromiso. La pasión se podía apagar, pero me había prometido que nuestro amor siempre sería igual de fuerte.
—(Tu) —me llamó en voz baja. Levanté la cabeza y lo vi de pie junto al sofá.
Su expresión apenada transformó mi confusión en ira. ¿Cómo se atrevía a parecer dolido después de haberme traicionado?
— ¿Qué quieres, una medalla? ¿Crees que voy a perdonarte sólo porque hayas tenido agallas de decírmelo?
—No —respondió él—. No es eso lo que espero.
— ¿Entonces qué demonios quieres? —estaba tan fuera de mí que me daba igual el lenguaje empleado.
—Sólo quería que lo supieras.
—Muy noble por tu parte… ¡Vete al infierno!
Me levanté y volví al dormitorio, pero una vez allí me di la vuelta. Quería, merecía respuestas del hombre al que le había entregado mi corazón. El hombre con el que me había casado y al que le había prometido fidelidad eterna.
—Dime por qué te has acostado con otra —le exigí. Las fosas nasales me ardían con cada espiración.
Él no dijo nada.
— ¡Dime por qué! ¿Lo hiciste porque no soy lo bastante buena para ti? Sabe Dios que para ti el sexo siempre ha sido algo secundario. ¿Por qué narices has acabado en la cama de otra?
—No lo sé.
— ¿No lo sabes? ¿Qué pasa, es que fuiste abducido por extraterrestres que te extirparon el cerebro?
Bill volvió a quedarse en silencio.
— ¿Con quién fue? ¿Alguna zorra a la que conociste en un club?
Silencio.
— ¿Alguien a quien conociste en el hotel?
Silencio.
Una horrible posibilidad me asaltó de repente, tan dolorosa como si Bill me hubiera abofeteado en la cara.
—No fue un rollo de una noche, ¿verdad? Oh, Dios…
Bill gimió de frustración y se pasó una mano por el pelo.
—No… no significó nada.
— ¡No digas que no significó nada!
—Por Dios, Tu. ¿Es que no podemos hablar? Cometí un error, eso es todo.
—Ya he oído suficiente.
—Estoy intentando hacer lo correcto —insistió él, cada vez más impaciente—. Por eso te lo he contado. Quería que lo supieras por mí.
Fue mi turno para guardar silencio. Estaba temblando de furia y necesitaba tranquilizarme, no por Bill, sino por mí. Respiré hondo e intenté pensar con calma.
—Creía que te conocía —dije—. Y que tú me amabas.
— ¿Crees que no te amo? —preguntó él—. Ésa es la razón por la que te lo estoy contando. Porque te quiero. Y quiero hacerlo bien.
Hacerlo bien… Como si fuera tan sencillo.
—Lárgate —le dije.
— ¿Cómo has dicho?
—Quiero que te vayas. Quiero que salgas de mi vida para siempre, asqueroso hijo de perra.
Pero a pesar de la fulminante sentencia no podía imaginarme una vida sin Bill. Tan sólo unos meses antes habíamos decidido finalmente tener hijos.
Después de haber dedicado ocho años a ahorrar, por fin estábamos preparados.
Volví a tomar aire y lo retuve en mi interior hasta que me abrasó los pulmones. No quería llorar, pero… maldito fuera Bill por haberlo destruido todo. Los restos de mi autocontrol acabaron por derrumbarse y empecé a sollozar.
Bill me estrechó en sus brazos y yo no tuve fuerzas para apartarlo. Me sostuvo la cabeza contra el pecho y así estuve llorando hasta que no me quedaron lágrimas.
—Esto era lo último que quería —se lamentó él mientras me acariciaba el pelo, como si me estuviese consolando por algo completamente distinto—. Hacerte daño de esta manera…
Sus palabras me traspasaron el corazón. Di un paso atrás y me sequé las lágrimas de la cara.
— ¿Cómo pudiste pensar que algo así no me haría daño?
—Parezco un imbécil, lo sé… Y lo único que puedo decirte es que lo siento.
Un frío glacial me invadió y me abracé con fuerza, aun sabiendo que mis brazos no podrían protegerme de la gélida sensación que emanaba de mi interior.
—Con sentirlo no basta.
Bill asintió.
—Lo entiendo.
— ¡Deja de mirarme así!
— ¿Así cómo?
—Como si esto te doliera a ti más que a mí.
—A mí también me duele.
—Seguro que para ti ha sido durísimo —repliqué, dándole la espalda. No podía seguir mirándolo.
Muy despacio, eché a andar hacia la pared y me apoyé en ella. Las fuerzas me habían abandonado.
Bill se acercó, pero se quedó a unos pasos de distancia.
—Te lo he dicho porque quería hacerlo. Porque merecías saberlo. Y porque tenía la esperanza de que pudieras encontrar la manera de perdonar mi debilidad. He cometido una estupidez, pero no tiene por qué suponer el fin de nuestro matrimonio.
—Vaya… Muchas gracias por el consejo, cerdo asqueroso. No te atrevas a decirme lo que debo sentir ni lo que debería hacer, porque soy yo quien va a decidir lo próximo que va a pasar. No creas que puedes tener una aventura y seguir decidiendo nuestro futuro. Si ese futuro te importase no habrías hecho algo tan… tan… —la voz se me quebró y ahogué un llanto.
—Cariño —dijo Bill, avanzando hacia mí.
— Que te Jodan¡— grité. la furia volvia a apoderarse de mi — Y ahora largate de mi vista, No quiero seguir viéndote.
No le pregunté adónde iba. Por mí, como si iba en busca de su amante o a buscar los papeles del divorcio. Si prefería quedarse con esa zorra en vez de conmigo, que así fuera.
Eso era lo que intentaba decirme a mí misma, pero mi corazón se negaba a aceptarlo. Por mucho que quisiera odiar a Bill, era imposible renunciar a mis sentimientos de un momento para otro. Amaba a mi esposo y eso me hacía sufrir aún más. Por no hablar de la conmoción que me produjo una noticia del todo inesperada.
Hasta ese momento estaba convencida de que Bill y yo formábamos una pareja feliz. Y las parejas felices no se engañaban.
Pasé la noche alternando las lágrimas con los arrebatos de ira y con el deseo de empezar de nuevo. Daría lo que fuera por volver a las Bahamas a pasarme la noche bebiendo y bailando. Allí al menos era la sobredosis de diversión y no el desengaño amoroso lo que me privaba del sueño.
Con los primeros rayos de sol sentí náuseas y el estómago revuelto. Estaba muerta de sed, pero no tenía fuerzas ni para levantarme de la cama.
¿Por qué? La pregunta seguía acosándome sin descanso. ¿Por qué Bill me había hecho algo así? ¿A nosotros? Y encima tenía el descaro de decirme que aún quería salvar nuestro matrimonio.
No lo entendia, acaso el no comprendia la dimencion de lo que hizo? de lo que nos hizo? ....
Hey chicas, acá yo con un nuevo capitulo, espero lo disfruten, gracias por los comentarios en el capitulo anterior, cada vez esta mas cerca el momento de la acción, y valla que sera acción xD bueno, nos leemos pronto, Os quiero!!!