Dos
días después, Maria me llamó por la tarde y me dijo que pusiera las noticias
del Canal 4.
—¿Por
qué?
—¡Hazlo!
—Me acució, sin responder a mi pregunta—. Van a emitir la noticia.
Me
sujeté el auricular inalámbrico a la oreja y encendí el televisor del salón.
Eran las cinco y cuarto, por lo que las noticias importantes ya debían de haber
pasado.
—¿Qué
tengo que mirar? Aparte de este anuncio de suavizante...
—Espera
un momento. Enseguida lo verás.
Acabó
la pausa publicitaria y una imagen de Teddy, el hombre que me había acosado la
noche que conocí a Tom, apareció en la pantalla. La presentadora, una atractiva
mujer afroamericana, empezó a hablar con voz muy seria.
—La
policía está buscando al hombre que atacó y que casi mató a Theodore Granger
—la foto de Teddy dejó paso a otra en la que aparecía cubierto de sangre—.
Granger fue atacado anoche mientras paseaba por CityWalk. Su agresor le asestó
varios puñetazos y puñaladas, pero Granger consiguió defenderse y hacerlo huir.
Según la descripción de la víctima, era un hombre de metro noventa, pelo negro
y trenzado, aparentemente teñido, de rasgos finos, presuntamente europeo, y
hablaba con acento. Si alguien posee información sobre su posible identidad,
puede llamar a la policía de Orlando al 1-800-555-TIPS.
Fruncí
el ceño y le quité el volumen al televisor.
—Es
el tipo del club… ¿Por qué querías que lo viera?
—¿Tú
qué crees?
Entonces
entendí lo que se le estaba pasando a Maria por la cabeza.
—Maria,
¿de verdad crees que…?
—¡Pues
claro! —Exclamó ella sin dejarme acabar la pregunta—. Al mismo tipo que te
acosó lo atacan en CityWalk...
—Puede
haber sido cualquiera.
—Es
la descripción de Tom, y lo sabes.
No
le respondí. Sabía por qué Maria estaba tan convencida, pero Tom no era el
único hombre con rasgos finos o europeos en el estado de Florida. Había miles
de hombres que encajaban con esa descripción.
—¿Cuántos
alemanes viven en Florida? —le pregunté a Maria—. ¿Y cuántos Italianos y hasta
islandeses…?
—Era
Tom —insistió Maria—. Estoy segura.
—¿Estás
segura cuatro semanas después de conocerlo?
—No sé… Lo presiento.
—¿Qué
quieres que haga, que llame a la poli? —le pregunté con incredulidad. Maria no
podía pensar que iba a avisar a la policía simplemente porque sospechaba de Tom.
Además, ¿cómo se atrevía a sacar una conclusión tan descabellada sobre mi
amante?
Cierto
era que Tom empezaba a parecerme un poco pegajoso, pero ¿y qué si no quería
salir con Maria y Robert? ¿Sólo por eso había que acusarlo de ser un tipo
peligroso?
—Quiero
que tengas cuidado —dijo ella.
—Lo
tengo —le aseguré—. Prométeme que no vas a llamar a la policía. ¿Verdad que no
lo harás?
—No
—respondió ella al cabo de un momento—. Pero pensé que debías saberlo. Así
podrás ver las cosas en perspectiva.
—¿Qué
clase de perspectiva?
—Has
cambiado, (tu). Has cambiado mucho desde que empezaste con ese tío. Ya apenas
nos vemos.
—Tú
estás saliendo con Robert… La vida cambia cuando empiezas a ver a alguien.
—Sí,
pero no me gusta que él no quiera conocer a tus amistades. ¿Y qué es lo que
sabes realmente de su familia?
—Su familia vive en Alemania. Y lo que
creo que le pasa es que es un poco tímido. No todo el mundo es tan extrovertido
como tú, Maria. Algunas personas son más reservadas. ¿Qué sabes tú de la
familia de Robert?
—Sé
que son de Jacksonville y que sus padres se dedican a la enseñanza. Tiene dos
hermanas, gemelas, dieciocho meses más jóvenes que él. Y dentro de un par de
semanas voy a conocer a todos en una reunión familiar.
—Vaya
—no era la respuesta que había esperado—. Bueno, como ya he dicho, la familia
de Tom está en Alemania. Es una historia totalmente distinta a la tuya. Pero
¿es un crimen ser tímido y que a los dos nos guste quedarnos en casa teniendo
sexo?
—Está
bien —aceptó Maria en tono de derrota—. Puede que me esté precipitando al sacar
conclusiones. Pero cuando vi la foto de Teddy en las noticias y oí lo que le
habían hecho… me preocupé por ti.
—Ya
lo sé, y te lo agradezco —el tono de llamada en espera empezó a sonar y vi en
la pantalla que se trataba de Tom—. Maria, tengo que dejarte. Me llama Tom.
—Vale,
cariño. Y recuerda que te quiero.
—Yo
a ti también. Te llamo luego —apreté el botón para responder a la otra
llamada—. ¿Tom?
—Hermosa.
Ahogué un gemido de emoción y sentí un
arrebato de deseo.
—Tengo
una sorpresa para ti —me dijo él.
—¿Qué
clase de sorpresa?
—La
clase de sorpresa que tienes que venir a ver enseguida.
—¿Ahora?
—Sí.
—De
acuerdo. Voy para allá.
Mientras
me subía al coche recordé lo que Maria me había dicho, sobre lo mucho que había
cambiado desde que empecé con Tom. Allí estaba, dispuesta a ir a su casa porque
así me lo había pedido él. ¿Significaba eso que había cambiado?
Sacudí
la cabeza. No, no había cambiado. Estaba teniendo el mejor sexo de mi vida y me
había vuelto adicta a las sensaciones que Tom me provocaba. No se podía
comparar a nada que hubiera sentido antes.
Lo
malo era que cuanto más me implicara emocionalmente con Tom, más difícil sería
romper. Él estaba enamorado de mí, y por mucho que a mí me gustara su compañía
no estaba segura de querer una relación estable.
Pero,
por el momento, no estaba preparada para dejarlo.
No
quería hacerlo.
Aparté
las advertencias de Maria de mi cabeza y sonreí durante todo el trayecto,
pensando en la sorpresa que me tenía preparada Tom.
Las
mariposas revoloteaban en mi estómago al llamar a la puerta. Tom me abrió
inmediatamente y me miró con un brillo en los ojos.
Me
encantaba su expresión de felicidad cada vez que me veía.
—Hermosa
—me abrazó para besarme—. Has llegado muy pronto.
—Quiero
saber cuál es la sorpresa.
—Ah
—arrugó los ojos en una mueca de afecto. Definitivamente era un hombre
encantador.
Tal vez estuviese un poco obsesionado por mí, pero eso no lo
convertía en un ser violento—. Pasa y lo verás por ti misma.
Entré
en el apartamento y miré a mi alrededor, pero no vi nada que pudiera ser para
mí. ¿Sería un regalo de pequeño tamaño? ¿Otra joya?
Tom
me agarró de la mano y me llevó al dormitorio. La última vez me había atado a
la cama, y pensé si tendría planeado algo más atrevido. ¿Juguetitos eróticos?
¿Un látigo, tal vez?
La
cama estaba hecha y encima había una caja de cartón de gran tamaño, de cuyo
interior me pareció que salían unos ruiditos.
—Ésta
es tu sorpresa, hermosa —dijo Tom, sonriendo.
La
caja tenía agujeros en la tapa, y los sonidos que salían eran definitivamente
maullidos.
—Ábrela —me acució él.
La
abrí y un gatito negro saltó a mis manos, ansioso por escalar de su improvisada
jaula.
—Oh,
hola, cosita —lo levante hasta mi cara. No debía de tener más de ocho o nueve
semanas—. ¿Cómo estás, pequeñín?
—Es
hembra.
La
gatita empezó a ronronear.
—Es
preciosa —le sonreí a Tom.
—¿Estás
contenta?
Me
pegué la gatita al pecho.
—Sí.
Tom
me rodeó por la cintura y me besó en la mejilla. Los dos nos echamos a reír
cuando la gata le dio un zarpazo a mi collar, afinando sus habilidades
cazadoras.
—Ya
no tendrás que preocuparte por tu otro gato —me dijo Tom.
—Tengo
que encontrar a Tokio. No puedo olvidarme del animal que he tenido conmigo
durante tanto tiempo.
—Tienes
que aceptar que tu gato se ha ido, (Tu). Esta gatita es un nuevo comienzo para
ti.
—Voy
a seguir buscando a Tokio —insistí, molesta por su actitud. Por mucho que me
gustase aquella gatita nunca podría olvidarme de mi querido Tokio. Los padres
que perdían a un hijo no se olvidaban de él cuando tenían otros.
—Sólo
intento que seas feliz —dijo Tom.
Asentí
comprensivamente. Tal vez Tom no tenía ni idea de cómo se hacían esas cosas y
había pensado que lo mejor era regalarme un animal nuevo.
—Estoy
feliz —le dije. La gatita seguía jugando con mi collar y tuve que privarla de
su distracción antes de que lo rompiera—. Gracias.
—Esta
gata se quedará aquí —declaró él—. Quiero que sea nuestra mascota.
«Nuestra
mascota». Ese «nuestra» implicaba un futuro en común.
—Es
demasiado pequeña para estar sola —siguió Tom—. Tendrás que quedarte aquí para
cuidarla mientras yo esté trabajando.
Su
comentario me molestó, pero lo dejé pasar y le dediqué toda mi atención a la
gatita.
—Tenemos
que ponerle nombre —dijo Tom.
—¿Qué
tal Ebony? O mejor Onyx. ¡Sí! Me encanta cómo suena Onyx.
—Esos
nombres son ridículos —hizo un gesto de desprecio con la mano—. Se merece un
nombre que encaje con ella. Mira sus garras, es una pequeña tigresa —me besó en
el cuello—. Igual que tú. Deberíamos llamarla Tiger.
De
nuevo me sentí molesta. ¿Por qué me pedía que le pusiera un nombre si él ya
tenía uno pensado?
—¿Has
comprado esta gata para mí?
—Sí.
—Entonces
¿no debería ser yo quien le pusiera nombre?
El
brillo de los ojos de Tom se apagó al momento, como si alguien hubiera pulsado
un interruptor.
—¿Quieres
llamarla Onyx? Muy bien, pues llámala Onyx —estaba furioso—. Pero no me parece
que sea un buen nombre.
Salió
del dormitorio y me dejó con la duda de por qué demonios se había enfadado.
Bueno,
que se enfadara todo lo que quisiera. Aquélla era mi gatita y era yo quien le
elegía el nombre.
Volví
a levantarla y le rocé el hocico con la nariz.
—¿Qué
te parece? ¿Te gusta el nombre de Onyx? La gatita respondió con un suave
ronroneo.
—Que sea Onyx.
Hice
una bola con papel de aluminio y se la arrojé a Onyx para que la golpeara y la
persiguiera por el suelo. Finalmente se cansó y se hizo un ovillo al borde de
la alfombra.
Tom
y yo estábamos viendo una película de terror en el sofá, pero ninguno de los
dos le prestábamos mucha atención.
—Nuestra
pequeña Tiger ya se ha dormido — dijo él, bajando la mano hasta la cintura de
mis shorts vaqueros—. ¿Y mi pequeña tigresa…? ¿También está durmiendo?
La
idea de que Tom quisiera follarme me excitó al instante.
—No
sé… —bromeé—. Creo que a tu tigresa le vendría bien un poco de atención
especial.
—¿Y
cómo responderá? ¿Con un ronroneo… o con un rugido?
Me
desabroché los pantalones para ofrecerle el libre acceso a mi sexo, húmedo y
palpitante.
—¿Por qué no lo
averiguas tú mismo?
Saludos chicas! espero se encuentren súper
bien, estaré actualizando quizá un poco más seguido por esta semana de
vacaciones, ya que no tengo planeado salir a algún sitio, quiero descansaaar
jaja, bueno espero disfruten este capítulo tanto como yo escribiéndolo, gracias
por sus comentarios, los aprecio mucho y me alegran el día cuando los leo! si quieren pueden seguirme en twitter, estare activa por alli @OtraFran.. Os quiero, nos leemos pronto!!
Tom se le paso el coraje con el sexo hahahaha..
ResponderEliminarAmo la fic.. Es hermosaa .. Q bueno q subiras srguido..
Bye cuidate :D
Konnichiwa!! Ese tom es un Baka! Si la gata es mia yo l doy el nombre -.-u bueno bueno, me encanta tu fic nena siguela si n_n me encanta!! XD cuidate mucho felices vacaciones xP
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